La ermita de A Lanzada exhibe su piedra sin líquenes y con sus tres cruces tras su rehabilitación

Marcos Gago Otero
marcos gago SANXENXO / LA VOZ

PONTEVEDRA

Vista del ábside de la ermita de A Lanzada, en Sanxenxo, donde se observa una mayor erosión de la piedra
Vista del ábside de la ermita de A Lanzada, en Sanxenxo, donde se observa una mayor erosión de la piedra M.G.

Quedas pendientes por acometer los trabajos que rebajen el impacto del exceso de erosión detectada en el ábside

22 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Los trabajos de restauración de la ermita de A Lanzada, en Sanxenxo, realizados por la Consellería de Cultura, han permitido que este pequeño templo románico pueda presentarse ante sus visitantes con todas las paredes exteriores limpias y libres de líquenes y musgos, que tanto la afeaban en estos últimos años y que, además, suponían un riesgo para algunas piezas de la estructura. Los trabajos realizados por los restauradores han conseguido que el aspecto de la ermita sea diferente al que tenía hace solo unos meses y realza todavía más sus líneas arquitectónicas. Su cubierta, también luce las tres cruces de piedra, que fueron limpiadas y recolocadas (una estaba mal asentada y amenazaba caerse).

La restauración consistió en la limpieza de todas las piezas incluso la aplicación varias veces una pasta que absorbe las sales que dañan la estructura y también se retiraron algunos elementos que, sin ser antiguos, contribuían al deterioro de la piedra. Por ejemplo, están ahora a la vista, con total nitidez, las perforaciones que se hicieron en tiempos pasados en uno de los laterales a la pared para la colocación de vigas que servían para sujetar un cerrado que la circundaba.

Quizás cumplía esa misma estructura, desaparecida hace varias décadas y que no era antigua sino del siglo XX, una función de parapeto que contribuyese a la conservación del edificio, aunque lo afease. Y es que en el entorno del ábside actual es donde se encuentran las pruebas de una mayor erosión causada por la meteorología. Está pendiente de realizarse un estudio sobre el régimen de vientos en esta zona del edificio y que servirá como guía para saber qué se puede hacer para protegerlo.

Una botella de vino del siglo XX apareció oculta tras una pieza

Los restauradores de la ermita de A Lanzada se llevaron una sorpresa cuando retiraron algunas de las piedras que se encontraban tapando los agujeros del arranque de las vigas que en el pasado servían para sostener el tejado del cobertizo anexo que le hicieron en tiempo modernos. Este anexo se derribó a finales del siglo XX. La sorpresa que causó más de una mirada incrédula entre los trabajadores fue descubrir que alguien había puesto una botella de vino, de consumo corriente, oculta detrás de la piedra en cuestión, sin que se llegase a sabe el por qué.