Adiós, Maica, adiós

Xosé Fortes PONTEVEDRA

PONTEVEDRA

Cedida por Xosé Fortes

En la jubilación de Maica Larriba, un «ángel alado con sonrisa»

30 jun 2023 . Actualizado a las 12:45 h.

Este miércoles, a mediodía, los que fuimos y los que siguen siendo profesores del instituto A Xunqueira 1, acompañaremos a Maica Larriba en su despedida de una larga y fructífera carrera docente.

Nos conocimos en una inolvidable excursión a París y el valle del Loira. Todavía me parece ver en su semblante juvenil aquella sonrisa que esbozaba cada vez que revisaba en su cartera la foto de su bebé. Pero terminamos compenetrándonos en aquellos años que coincidimos en la dirección del instituto. Todavía recuerdo su gesto de preocupación cuando nos correspondió organizar la apertura oficial del curso 1984-1985, la primera apertura constitucional, es decir, sin la archiclásica misa, y vimos aparecer por la avenida al delegado de Educación acompañado de los otros directores, rodeados todos por un mar de sotanas.

Para mí, que venía de otras guerras, aquella aventura de dirigir un centro docente fue una experiencia inolvidable. Yo creo que dejamos cierta huella en aquella época de cambios porque, aunque yo era un novato, tenía un equipo de súper lujo.

Recuerdo como si fuera hoy los esfuerzos de Couso, nuestro jefe de estudios, para conseguir que le aprobaran un nuevo horario, que luego sería oficial en toda Galicia, los del optimista Pepe Mendoza organizando las actividades extraescolares y deportivas (mens sana in corpore sano), los de Pepe Lozano que se hizo cargo sin pestañear de la secretaría y de nuestras deudas, y los de Maica que, como un líbero futbolístico, acudía aquí o allá cuando se producía algún incendio. Años después sería una excelente directora.

Maica, como sin duda recordará, aleteaba por todas estas actividades con la ligereza y la gracia de un ángel alado usando como arma su irresistible sonrisa.

Tampoco se me olvidan las clases de gaita de Ricardo Portela, con Fermín siempre en primera fila, ni aquel viaje a Cecebre para comprar aquellos punteiros de Seivane que Fermín juzgaba casi stradivarius; ni el coro de Couso, siempre afinado para entonar el Gaudeamis igitur, ni las clases de historia, retransmitidas por Radio 80, a las que pocas veces faltaba Maica, ni los grupos de teatro, uno de los cuales, el de inglés, dirigía magistralmente Carmina. Tampoco aquel cine club, que algunos padres consideraban excesivamente heterodoxo, ni el aula de periodismo, por la que pasaron los mejores periodistas de Galicia, que dirigía gratis et amore Valentín Carrera. Su finalidad era desarrollar el sentido crítico de los alumnos y de editar la revista del centro: Xuncos.

Por la Xunqueira de aquellos años pasaron los mejores poetas de Galicia (recordarás el recital de Uxío Novoneyra) y numerosos cantautores como Suso Vaamonde que amenizó nuestro primer Día das Letras Galegas.

Pensando en aquellos agitados claustros tampoco se me olvida el cigarro puro claustral (entonces aún se fumaba en el centro) de Vicente Villar, que salía al ruedo a defendernos a capa y espada, a poco que quisieran buscarnos las cosquillas, sin encomendarse a Dios ni al Diablo.

Y ahora, casi cuarenta años después, sin perder la sonrisa ni su eterno look juvenil abandona Maica su condición docente, aparcada estos últimos años para ejercer de subdelegada del gobierno en la provincia. ¡Ahí es nada! Yo quisiera, saliéndome del guion, pedirle algo a Maica en este día. Que, como colofón de sus clases de historia del arte, nos agasajara con un libro sobre el patrimonio artístico de Pontevedra, o al menos el monumental. Un libro sencillo, para todos los públicos, de rebuscada erudición, ya estamos satisfechos. Un libro escrito sin prisas, ya que tiene por delante, hasta llegar a mi edad, donde dicen que comienza la sabiduría, aunque yo no lo noto, dos amplias décadas que debieran ser no solo relajantes, sino fructíferas. Querida Maica Larriba, un abrazo y una feliz jubilación. Nos vemos en Lapamán.