Una aldea de Xinzo vuelve a cocer en el horno comunitario de 1904: «Facemos ata pizzas para os rapaces»

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA XINZO DE LIMIA / LA VOZ

XINZO DE LIMIA

Los vecinos junto al horno recuperado,con Alicia agarrando la pala
Los vecinos junto al horno recuperado,con Alicia agarrando la pala Santi M. Amil

Los habitantes de Pidre recuperaron el espacio gracias a que una de las vecinas todavía recuerda cómo lo utilizaba cuando era niña

21 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La Alicia Gómez de 16 años jamás se hubiera imaginado que en el horno de su aldea se fueran a cocer pizzas. Ahora tiene 83 y está encantada de que sus vecinos hayan recuperado el espacio del que dependían para comer todas las familias de Pidre. En este pueblo de Xinzo de Limia vuelve a funcionar el horno comunitario gracias a la implicación de sus habitantes y la sabiduría de Alicia, una de las pocas que todavía puede enseñar cómo se usa. Desde los mayores a los más pequeños se reúnen para hacer pan, empanadas y hasta pizzas. 

El horno de Pidre se encuentra en el alto del pueblo, sobre unas grandes piedras que brindan una fantástica vista de A Limia. La construcción aparece por primera vez en el catastro en 1904. Desde entonces, se utilizó hasta los años 60. Con la merma de población y las nuevas cocinas, el horno quedó cerrado hasta 1996. En ese año fue reformado y solo se coció una vez. Hasta el año pasado. La asociación de vecinos de la aldea apostó por hacerse cargo del espacio y arreglarlo para recuperar la tradición y poder hacer una vida en común.

El Concello se hizo cargo del tejado y los vecinos asumieron las reparaciones del interior, de la puerta del horno así como la compra del material necesario, que estaba deteriorado. Una vez tuvieron la infraestructura, les tocó ponerse a estudiar cómo utilizarlo. Vecinos como Ramiro empezaron a recuperar información hasta conseguir la «fórmula base» para cocer pan de la manera tradicional. Dentro de sus investigaciones, este limiano recordó lo que su padre le había contado del horno y a lo que, hasta ahora, no le había dado importancia: «Contaba que aínda que se fixo en 1904, despois contrataran uns canteiros de Pontevedra que se dedicaban a facer fornos, reestructurárono todo, modificaron a bóveda e seica o pan saía moi ben». Otros vecinos concuerdan en que las anteriores generaciones le trasladaron la buena fama de Pidre: «Dicían que se facía o mellor pan da comarca!».

La construcción es de 1904 pero fue rehabilitada en 1996, cuando solo se empleó una vez
La construcción es de 1904 pero fue rehabilitada en 1996, cuando solo se empleó una vez Santi M. Amil

Más allá de documentos y recuerdos, en Pidre tienen la suerte de contar con un libro andante: Alicia. Esta vecina utilizó el horno en la época original. Recuerda que empezó a ayudar a sus padres con 16 años. Iban los tres a amasar, «levedar» y cocer una vez al mes el pan para dos o tres semanas. «Estabamos día e noite porque o faciamos con masa nai e levaba moito máis tempo que agora», recuerda. El horno se utilizaba por turnos entre los vecinos porque la familia que iba de primera siempre era la que gastaba más leña. Mayormente cocían pan y muy de vez en cuanto, algún lacón. Lo que no faltaba, como Alicia les contó a los niños de Pidre, era hacer muñecos con con las raspas sobrantes de la masa de pan. La limiana estuvo igual de nerviosa que de contenta por cocer de nuevo.

Aquella vida diaria que había en el horno estuvo desaparecida durante 50 años, pero en el 2023, revivió. «Hai xente que aínda sabía poñelo a funcionar por eso quixemos recuperalo agora e así podemos xuntarnos», explica Cristina, la presidenta de la asociación de vecinos. Los habitantes de Pidre encendieron por primera vez el horno en las fiestas del pueblo y lo volvieron a hacer en verano, en los magostos y algún fin de semana. Casi todas las veces fue un éxito, tan solo se les quemó la hornada en una ocasión: «Antes facíase tantas veces que xa non fallaban, pero o punto da temperatura é bastante crítico, vai de proba e erro». Alicia les contó un truco de que los grados son los adecuados cuando una piedra que está en el interior del horno se pone blanca. Para no desaprovechar los nuevos inventos, le pusieron un termostato en la puerta, aunque no llega a medir la temperatura en medio del horno. Cuecen unos 25 kilos de harina para 30 panes, empanadas y ahora pizzas, ya que los más pequeños también se unen a la celebración. 

El verdadero triunfo es unir a todas las generaciones para colaborar en algo juntos: «É un punto de encontro, pasámolo ben e vén moita xente». Porque el trabajo no es poco. Van a por la leña, tienen que calentar el horno el día anterior, el mismo día de la hornada, amasar y esperar varias horas a que se haga. El grupo de WhatsApp de Pidre rebosa de fotografías de todos los vecinos cociendo y, como no, de la propia comida. El pueblo que llegó a tener cientos de habitantes resiste ahora con unos 25, pero con ganas de ser más una comunidad «como antes».