Quizás porque los tenemos cerca no les damos tanta importancia, pero los paseos a orillas del Miño son un auténtico lujo. Me gusta salir del puente romano, donde está el hórreo, y caminar pasando por A Chavasqueira hasta Outariz, cruzar la pasarela y regresar por Reza. Da igual la época del año, es una maravilla. Y el paisaje que regala el río, sobre todo a partir del Muíño da Veiga, siempre se merece una foto. Quizás por el mismo motivo, porque lo tenemos muy cerca o porque nos hemos acostumbrado, no nos escandalizamos tanto como debiéramos por el abandono que también nos encontramos al hacer ese recorrido. Anestesiados en una ciudad donde solo funciona lo populista, ya nos vale no poner el grito en el cielo porque no se esté cuidando nuestro patrimonio, para que los ourensanos lo disfrutemos y para que los de fuera se queden con la boca abierta cuando vienen.
Hace poco hice el recorrido con una amiga de Madrid, porque quería que viera qué bonito, qué cómodo y qué fácil de disfrutar es Ourense. Iba yo toda contenta cuando me preguntó por ese solar que ocuparon las termas privadas de A Chavasqueira, por todas las caravanas aparcadas en una zona no habilitada para ello y por ese edificio municipal calcinado convertido en selva en las Pozas do Maimón. Según le iba dando explicaciones me sonrojaba y me sentía como el típico alumno pillado en falta: «Es que...». Pena que no se sonrojen quienes tienen que arreglar este Ourense que se nos cae a trozos. Quizás la música de las orquestas no les deje escuchar lo que pasa en el resto de la ciudad.