Jota Barros cambió la física por la fotografía callejera y ahora enseña a mirar lo cotidiano a más de 300 personas

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

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El fotógrafo Jota Barros, en un rincón de la plaza de San Antonio, en Ourense
El fotógrafo Jota Barros, en un rincón de la plaza de San Antonio, en Ourense Alejandro Camba

El artista ourensano está especializado en instantáneas de calle y le siguen 26 mil personas en redes sociales

02 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Al fotógrafo ourensano José Miguel Barros (A Gudiña, 1976) hace tiempo que ya solo en casa le llaman por su nombre de pila. La mayoría le conocen por su alias artístico, Jota, ese mismo que utiliza en las redes sociales, donde sube contenido formativo sobre fotografía callejera y ha conseguido cautivar a más de 20.000 personas.

El amor de Jota por la fotografía se inició cuando era muy pequeño. «Mi padre leía siempre el periódico y yo me sentaba a su lado a ver las fotos. Le cogía las revistas que venían con la prensa y pasaba las páginas embobado», recuerda. Pero su trayectoria profesional se inició de una forma muy diferente a cualquier arte visual. «Cuando llegó la hora de escoger carrera, me decanté por estudiar Física. Luego empecé a trabajar y me di cuenta de que había dejado la fotografía de lado y de que no quería eso», cuenta. Así que la retomó y lo hizo abriendo un blog, Rubixe Photo, en el 2011. «Es una palabra gallega que se utiliza en algunas zonas del interior de Ourense. Significa ganas y me pareció que era perfecta», admite. A esa web, que con el tiempo ha renombrado directamente como Jota Barros, empezó subiendo sus instantáneas que solo eran fruto de su afición y su pasión. Poco a poco la idea se fue profesionalizando. «En el 2013 impartí mi primer taller, en el Sindicato del Cómic, y entonces descubrí, contra todo pronóstico, que me encantaba enseñar», confiesa Jota. Justo al año siguiente llegó su salto al vacío. «Me despidieron de la fábrica en la que trabajaba y al mismo tiempo, eligieron al blog como el mejor del año sobre fotografía de habla hispana en los Premios Bitácoras, que ya no existen, pero que en aquel momento tenían muchísima repercusión», explica.

En el 2014, Jota decidió dedicarse exclusivamente a la imagen, concretamente a formar a otros, algo que ya venía haciendo a través de pequeñas píldoras en su web. A raíz de eso surgió el Club de Fotografía Callejera. «Es mi academia online, una comunidad global en donde ahora mismo doy cursos a 350 personas repartidas por todo el mundo», dice Jota. ¿Y por qué ese tipo de retratos? «Es algo peculiar. Lo normal es que cuando empiezas en esto, te apetezca hacer un poco de todo. Yo al principio sacaba paisajes y viajes, pero lo que más me gustaba era bajar a la calle con mi cámara sin ninguna idea preconcebida. Descubrí por casualidad la fotografía callejera y me di cuenta muy rápido de que era la que más me aportaba y me divertía. Me especialicé y ahora se la enseño a los demás», relata el ourensano.

Dice Jota que lo que más caracteriza su trabajo artístico es que le gusta salir a la calle y dejarse sorprender. «Creo que se nota en el resultado. No busco nada espectacular pero siempre estoy atento y eso me permite la posibilidad de ver cosas que si no voy pensando en retratar, nunca me fijaría en ellas. Intento capturar con mi cámara aquello que, dentro de la vida más ordinaria, puede convertirse en un momento bello, significativo o inspirador», admite. De hecho, disfruta de la incertidumbre de no saber lo que se va a encontrar.

Ha vivido en A Gudiña, en Allariz, en Ourense, en Santiago, en A Coruña, en Foz... y, desde septiembre, reside en Madrid. Pero su mejor foto la sitúa en la ciudad de As Burgas. «Es en la esquina del Paseo con Concordia. La saqué una Navidad y el resultado, un reflejo en un cristal, me sorprendió», termina.