El quiosco de Samuel Eiján cierra tras 50 años vendiendo prensa en Ourense

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

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Javier y Rosa se despidieron estos días de sus clientes de la Librería Ely
Javier y Rosa se despidieron estos días de sus clientes de la Librería Ely Miguel Villar

Javier Fernández se crio en esta calle del centro de la ciudad y a ella regresó junto a su mujer, la portuguesa Rosa Alicia Ferreira, para hacerse cargo del negocio familiar

30 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La portuguesa Rosa Alicia Ferreira es de Coímbra, donde conoció a Javier Fernández Sánchez hace cincuenta años. «Estaba allí por trabajo, porque era representante de espectáculos y de músicos», recuerda Rosa. Coincidió que ella tenía la celebración de su graduación en el instituto y Javier llevaba al grupo que tocaba. «Me pareció igual que Juan Pardo y a mí me encantaba ese cantante español», confiesa Rosa. Poco a poco fueron entablando conversación hasta que, como dice la protagonista de esta historia, «se engancharon» el uno al otro. Ya no se separaron más. Se casaron, tuvieron a su hijo en Coímbra y después de eso se vinieron los tres a Ourense. Hace justo cuarenta años. Javier es un vecino de toda la vida de la calle Samuel Eiján. En ella nació y se crio y, por eso, al regresar a casa quiso seguir vinculado a ella. «Mi madre abrió la Librería Ely en esta calle en 1975. Un año después metió prensa y revistas y la convirtió en un quiosco», cuenta el ourensano. Cuando él y su mujer regresaron a la ciudad, cogieron el relevo del negocio. Fue en 1983. «Yo estaba acostumbrada a tener mucha actividad y me pareció además muy buena idea para practicar español porque entonces no lo hablaba nada bien», comenta Rosa. Dos décadas después no ha perdido el acento portugués, pero se relaciona a las mil maravillas. «A mí me encanta charlar. Conocer a cada persona que entra por la puerta y compartir un ratito con ella a diario», admite.

Este sábado, la Librería Ely cierra sus puertas y Rosa y Javier se despiden de todos los vecinos y clientes que han pasado por su negocio durante los últimos cuarenta años. Se van porque se jubilan y lo hacen con una sensación agridulce. «Nos llevamos recuerdos muy buenos con la gente, que siempre nos ha demostrado muchísimo cariño. La convivencia con el barrio ha sido preciosa, de verdad», admite Rosa.

En Ely cambiaron hace mucho los libros por la prensa y las revistas. Hasta hoy, que cierran sus puertas, las vendían especializadas en todo tipo de aficiones, disciplinas y temáticas. Música, cine, calceta, deportes, viajes, maternidad... «Faltan más del 50 % de las cabeceras que había. La mayoría cerraron con la pandemia y se pasaron al digital», dice Javier. También vendían colecciones, pasatiempos y todo tipo de álbumes de cromos. El quiosco fue, desde que lo abrió la madre de Javier, hace casi cincuenta años, un lugar especial para los vecinos de la calle Samuel Eiján. «Aquí venían los niños al salir del cole a comprar sus chucherías. Con algunos nos quedábamos hasta que los recogían sus padres», recuerda Rosa.

«Ha sido una etapa muy bonita, pero también trabajosa y esclava», confiesa el ourensano. «Pero digamos que el esfuerzo invertido nos ha compensado porque hemos hecho amistades preciosas», termina Rosa, que asegura que no las perderán y que volverán mucho por la calle Samuel Eiján.