De la hostelería a una guardería y a un colegio, pero sin olvidar el deporte

pepe seoane OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Cedida

El ourensano admite que la práctica del fútbol fue una gran ayuda al llegar a Londres

24 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Que Antón Fernández Casal (Ourense, 1993) se dedique a la enseñanza y que el deporte sea otra de sus pasiones encaja perfectamente con la genética. Carlos y Manoli, los padres, son docentes, él de educación física. Lo que poco podía prever cuando empezó a jugar en el Pabellón más o menos en serio, en división de honor en categoría juvenil, o después en el Ourense B, en Primera Regional, es que aquella pasión futbolera sería una ayuda extraordinaria para su integración cuando decidió emigrar al Reino Unido. Y que, además, le iba a aportar un plus cuando lo ficharon como teacher assistant (profesor asistente, un perfil laboral sin homologación) en la Fox Primary School, que pasa por ser uno de los centros con más prestigio en la capital inglesa. La novia de Antón llevaba un año en Londres. La cuestión burocrática, papeles, bancos y demás, la superó sin dificultad. Tenía ventaja. Iba de la mano de una residente y así, naturalmente, es más fácil.

Había terminado INEF en A Coruña. «Llevo tres años y medio. Alba se había movido un año antes y trabajaba como enfermera. Ya estaba en Londres y decidimos que era un buen sitio para reunirnos». Dicho y hecho. «Sabía que debía lograr un nivel alto de inglés para poder ser un buen docente de educación física, no solo en el Reino Unido, sino también en España, para abrir algunas puertas», indica ahora.

«Estando ya de vacaciones, empecé a buscar equipo de fútbol. No soy capaz de imaginar un fin de semana sin partido. Mi madre me dijo que había encontrado un equipo de futbol con origen gallego en Londres. Me puse en contacto con ellos y con ellos sigo. La vida en Londres no hubiera sido igual. La cantidad de amigos y gente que he conocido durante estos casi cuatro años ha marcado la diferencia. Con una mayoría de gente de habla hispana, tratando de ayudarnos unos a otros para curar la morriña, nos juntábamos con la excusa de darle patadas a un balón y acabas creando un vínculo casi familiar. Felipe, Chema, Álvaro, Julián, Manu, Iván... Cada uno es de su lugar de España, todos con sus sueños e intentando adaptarse a una vida separada de los tuyos y en un país con una lengua diferente». Que, por cierto, el Deportivo Galicia Londres, semiprofesional, está a punto de poder disputar la FA Cup.

Antón se estrenó en el mundo laboral en el sector de la hostelería. Es un clásico. No se conformó con el restaurante y, clara como tenía la importancia del idioma para llegar a hacer lo que quería, dedicó al inglés cuatro horas al día, dos en una academia y dos, por su cuenta, en biblioteca. A los cuatro meses, gracias a su amiga Laura, tuvo la oportunidad de empezar a trabajar en una guardería, donde permaneció un año. Rodaje. «El idioma ya dejaba de ser, cada vez de forma más clara, una barrera. Fue entonces cuando, gracias a otro compañero de equipo, hice una entrevista en el mejor colegio de primaria de Inglaterra, que es donde sigo, en un puesto que no existe en España». Es un trabajo que exige, en el que hace falta imaginación, pues no solo se trata de atender las clases de educación física, cuando corresponde, sino actividades extraescolares y cuantas cuesiones se van planteando. Fútbol, baloncesto, o circuitos, arman la columna vertebral de la variable deportiva dentro del colegio, pero no se queda ahí, sino que juega y entrena a niños y busca en ellos su ilusión, que aún recuerda de no hace tantos años en Ourense.

«Es difícil dejarlo todo para regresar y asomarse a un futuro incierto»

Vive en Londres. Con novia también ourensana. «La idea era venir para estar un año, la verdad es esa, pero claro, acabas abriendo tantas puertas que ahora es difícil dejarlo todo para volver y asomarse a un futuro incierto en España», dice Antón, que tampoco ve con especial inquietud la controversia sobre el brexit y el impacto que vaya a tener sobre los extranjeros. Por ahora, sufren la caída de la libra, pero poco más. «En la relación con los compañeros y los amigos de aquí todos te transmiten tranquilidad. Diría que en nuestro entorno la gente se pregunta cómo es posible que hubieran ganado quieren querían salirse de la UE. Pero la realidad es esa. En general, diría que estamos tranquilos», resume.

El idioma, resalta Antón, es la clave. «A medida que vas mejorando, tienes la sensación de superar barreras. A los cinco meses me sentí listo para defenderme con seguridad en una entrevista de trabajo y a partir de ahí era tomarlo con calma y dejar que fueran saliendo las cosas».

Vuelve a casa por Navidad. Justo de tiempo. «¿Qué echo de menos? Sobre todo, a la familia. A mis padres, pero también a los abuelos, por lo que trato de escaparme tanto como puedo para estar con ellos y disfrutar de Ourense». Antonio y Concha, Nicolás y Cándida, encantados, claro.