Comenzó a publicar sus poemarios cumplidos los 90 años y al llegar a los 100 ve la luz su diario

Uxía Carrera Fernández
uxía carrera OURENSE / LA VOZ

ALLARIZ

Marisa Castro reunió a su familia en Allariz para festejar su centenario.
Marisa Castro reunió a su familia en Allariz para festejar su centenario. Santi M. Amil

Marisa Castro reunió a su familia en Allariz para soplar las velas

08 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La ourensana Marisa Castro entró el sábado en el club de los centenarios con una infinidad de vivencias a las espaldas. La edad, lejos de pararla, le permitió tachar sueños pendientes desde que era una niña. Pasados los 90 años publicó tres libros autobiográficos: «Comecei tarde a escribir porque antes non puiden». Continúa recitando con determinación sus poemas, pero los problemas de vista le impiden aumentar su obra. O eso creía ella. De sorpresa, en la fiesta de cumpleaños que reunió a toda su familia este domingo, le regalaron un diario que tenía pendiente de editar.

Cuatro hijos, nueve nietos y siete bisnietos cuidan cada día de Marisa, aunque sea desde la distancia. Algunos de ellos están desperdigados por España, pero no se quisieron perder su 100 cumpleaños. La familia se juntó en la casa rural Vilaboa, en Allariz. «Algúns viñeron a pé feito dende Menorca ou Canarias. É unha alegría que nos poidamos xuntar», celebró la ourensana.

En la fiesta de Marisa Castro no faltó la tarta.
En la fiesta de Marisa Castro no faltó la tarta. Santi M. Amil

Llegar a los cien «ben, aínda con cousas da idade» se lo debe principalmente a su familia, pero también a la escritura. Hija de madre soltera, dejó pronto los estudios porque necesitaba trabajar. Tras unos años como aprendiz de modista y en Calzados Mosquera, se apartó de la vida laboral para atender a sus hijos.

Un punto de inflexión fue la muerte de su marido, cuando tenía 84 años y ella 82. «Pensaba que se me acababa o mundo», recuerda. Entonces, se refugió en la escritura y no fue hasta hace unos diez años que publicó tres libros sobre su historia vital, contada en verso, para dárselos a sus propios familiares. Son A miña vida, Vivín en Santiago e que cousas me pasaron y Sempre tirar para adiante. Marisa confiesa que esperó demasiado para lanzarse a escribir, pero su vida —«que foi difícil»— no se lo había permitido.

Aunque todavía no estaba impregnado sobre papel, siempre llevó dentro la literatura. Todavía recuerda el concurso de poesía que ganó en el colegio, la profesora que le dijo a su madre que siguiera estudiando, las historias que le contaba a sus hijos, las canciones que le gustaban o todas las veces que bailó a su son. «Moito cantei, encantábame!».

Marisa Castro mirando su diario.
Marisa Castro mirando su diario. Santi M. Amil

La particular escritora tuvo que plantarse porque empezó a sufrir achaques en la visión. «Boto de menos escribir, se non o fago é porque me falla a vista», asume. Aún así, las palabras siguen rondando su cabeza y se encuentra a sí misma recordando y recitando sus propias poesías. E incluso creando versos nuevos que almacena solo en su memoria. Pero su familia se encargó de poner fin a esta situación. Una nieta le regaló por sus cien años un diario que la escritora tenía pendiente. Marisa ya se había encargado de ir recopilando y entregándole hojas escritas a su descendiente para que algún día pudiera editarlas y hacer una publicación. Qué mejor ocasión que por sus 100 años. A los tres libros de poesía se suma ahora otro de prosa sobre sus vivencias.

La nueva centenaria pasa los días turnándose en las casas de sus hijos para estar acompañada. Su rutina pasa por ver la tele y jugar a las cartas: «Algunhas veces aínda gaño, sobre todo ao chinchón!». Conservar el humor también es una hazaña de la que presume. No se imaginaba llegar a los 100, sobre todo tras la muerte de su marido, y tiene claro que «foi todo grazas á miña familia». A sus hijos, nietos y bisnietos, por los que está «toliña».

Si echa la vista atrás, Marisa cree que su vida no fue muy fácil pero consiguió criar a sus hijos, hacer su «casiña» y que todos hayan salido adelante y estén sanos. Tras un siglo en este mundo, cree que ya no le queda nada por hacer porque los problemas de movilidad se lo impiden. Eso sí, «se puidera andar, gustaríame ver casar algunha neta máis!».