Un Arenteiro espeso en ataque se conforma con el empate contra el Teruel (1-1)

En un Espiñedo acostumbrado al caviar, el empate (1-1) frente al colista Teruel supo a poco, en un día en el cual el Arenteiro no estuvo fino ni en la circulación ni en el remate, contra un enemigo serio y con más colmillo en los duelos individuales.

El choque comenzó tan cerrado como había vaticinado Javi Rey, con dos conjuntos bien pertrechados atrás y mirando a sus futbolistas más talentosos para asegurar la posesión del esférico. En el bando carballiñés, Vicente Esquerdo volvía a ser el que tenía las ideas más claras para distribuir y Pibe el que desestabilizaba más en el flanco diestro, una vez que Álex Cardero, quien estrenó titularidad en la media punta, era el encargado de dejarse caer en una y otra dirección.

En la formación turolense, Borja Martínez era su mejor baza, partiendo de la izquierda, pero los de Javi Rey se mostraron graníticos por dentro. En ese desarrollo del encuentro, la primera ocasión clara de gol solo podía fabricarla el pibe Pastoriza, en diagonal para sacar la zurda y que el gigante Taliby Konaté respondiera bien situado.

A Diego García le llegó un chut blando de Tena y, en la otra meta, Jordan progresó hasta línea de fondo y cruzó sin que Manín ni Chacón pudieran enganchar el cuero. Entonces llegó el libre directo en el jardín de Pibe, bien perfilado para su cañón zurdo. Taliby prefirió tres en barrera para ver el balón y el de Cambados no lo perdonó, salvó el escollo y al fondo de la red. Naranjo, a la salida de un córner, y Borja, a las manos de Diego, replicaron tímidamente, antes del intermedio, al que llegamos con la mínima ventaja local.

Raúl Jardiel no esperó más y movió ficha al iniciar el segundo acto. Sustituyó al tarjeteado Julen por Gaixas y a un inédito Villa por un Borja Romero que se situó a la espalda del nueve, buscando mayor mordiente en ataque y cambiando el dibujo. Chacón estuvo a punto de adelantarse a Taliby en un envío profundo, pero fue el empate lo que alteró el tanteador. Saque de esquina de un Teruel que crecía por momentos y el espigado Guillem Naranjo lo cabeceó a la red.

Tembló el combinado carballiñés y Pascual hizo trabajar a Diego, abriendo una media hora final en la que el carrusel de cambios también incluyó el estreno de Marino, formando pareja con Esquerdo en el rincón de pensar de los anfitriones. El sevillano le dio pulmones a esa parcela, pero los aragoneses seguían enseñándose más en el balcón del área, a la vez que acreditaban sus problemas para definir, el lastre que los mantiene en el fondo de la tabla.

Al Arenteiro le faltó precisión en el pase y solo una picardía de siempre acosado Luis Chacón estuvo a punto de pillar desprevenido a Taliby. El de Pontedeume también lo intentó en otro balón parado en el epílogo, pero el meta tampoco se despistó. Tablas, 30 puntos para los verdes y a pensar en el largo viaje a Sestao. Si no se puede ganar, bien viene el punto a estas alturas.

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