Soy una persona que le da mucha importancia a las formas. Sé que el fondo es lo fundamental, pero creo que no es suficiente. Si te hacen un gran regalo, pero viene envuelto en papel de embalar y metido en una bolsa del súper no es lo mismo que si está empaquetado con cuidado. Si te entregan algo sencillo, modesto, pero colocado entre papel de seda en una cajita de cartón no es lo mismo que si te lo dejan de mala manera sobre la mesa. Lo mismo pasa a la hora de comunicarse: está lo que se dice, pero también cómo se dice. ¡Cuántas veces hemos asegurado eso de que las formas (las malas)le hacen perder la razón a alguien, aunque la tenga!
Aunque lo importante sea el fondo —y los casi cuatro años de mandato que quedan por delante— las formas nos están dando pistas de cómo está cambiando Ourense. El ex presidente de la Diputación entraba al salón de plenos por una puerta diferente a la del resto de diputados, directo al sillón. El actual titular de la institución provincial, Luis Menor, entra por el mismo pasillo que el resto, departiendo con asesores y con representantes de la oposición. Puede parecer un cambio sin importancia, pero la tiene. Como también la tiene la inauguración por parte del alcalde —ese hombre que reconoció en su primer discurso como regidor que nunca acababa lo que empezaba y que, desde la oposición, criticaba la querencia por las fotos de su antecesor— de la plaza de los Ramones, con un obrero extendiendo para él una cinta de señalización de obra y atándola a un poste. Y él cortándola con unas tijeras de pescado prestadas. Así estamos.