La ourensana, enfermera y reservista del Ejército, falleció a los 58 años
20 oct 2019 . Actualizado a las 20:36 h.Nació y creció Julia González Álvarez entre viñedos, que es casi lo natural cuando las raíces están en Vieite, en el Ribeiro do Avia. Cuando Emilio Rojo, su marido, planteó a mediados de los pasados ochenta dar un vuelco total a sus vidas, cerrar él un ciclo para volver a la tierra, a las viñas y al vino, Julia fue el primer apoyo a aquello que era una ensoñación. Su contribución al proyecto, siempre desde la discreción, fue determinante. Enfermera de profesión, pasó Julia buena parte de su vida laboral en los quirófanos del CHUO, a donde llegó desde el hospital de O Barco y de donde marchó con destino al PAC de A Cañiza. Supo desde niña de la fragilidad de la vida. Hace poco más de nueve meses que perdió a su hermano Manuel, párroco de Pazos de Arenteiro, a quien sus feligreses ni olvidan ni quieren que se le olvide. No ha tenido tiempo Julia para palpar ese reconocimiento a Manolo. Tampoco ha podido vivir este otoño su próximo destino en Murcia como reservista del Ejército, con las estrellas de capitán. La enfermedad pudo con ella. Peleó sin tregua desde mediados de agosto. Su corazón, de probada grandeza, decidió que era momento de parar. Falleció el viernes. Familia y amigos lloran una muerte tan prematura, con solo 58 años, como inesperada: habían encarado la situación de una forma conscientemente discreta. La del 2019 iba a ser una vendimia para disfrutar como nunca, con la distancia de saber que ya era de otros la responsabilidad del futuro de la marca y la bodega de la que ella fue pilar fundamental, laborando como el que más ya fuera en la viña o en la bodega. Muy lejos quedaban, para una mujer con enorme capacidad de trabajo y sacrificio, las interminables horas colocando etiquetas en las primeras botellas y el reto de mejorar cada año. Los funerales se celebraron hoy en la iglesia de Vieite, donde luego recibió sepultura. Ya está con sus hermanos y con sus padres.