Políticos, escuchen al Danubio

Cristina Gufé
Cristina Gufé VENTANA ABIERTA

OPINIÓN

BERNADETT SZABO | REUTERS

17 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Existen muchos ríos sobre la Tierra, pero no todos alcanzan la fuerza del símbolo. El Danubio atraviesa el mayor número de países del mundo: Alemania, Austria, Eslovaquia, Hungría, Serbia, Bulgaria, Croacia, Moldavia, Ucrania y Rumanía. Le sigue el Nilo, con el que se lo ha comparado. Dice Claudio Magris en El Danubio: «Sin preocuparse por los huérfanos de sus orillas, corre hacia el mar, hacia la gran persuasión». Su presencia nos lleva a plantearnos la noción de frontera.

El río más largo de Europa es el Volga, en Rusia, pero el que preside la aspiración a crear la identidad del continente es el Danubio, por su importancia histórica; los romanos ya lo usaban como vía fluvial. Es la arteria de Austria; conecta Viena y Budapest; une los dos lados de la ciudad en la capital de Hungría; millones de personas se abastecen de sus aguas; pasa por Bratislava y Belgrado; discurre entre humedales, montañas, bosques, llanuras, marismas. En algunos tramos, su apariencia es azulada. Ha inspirado a artistas, poetas... Johann Strauss, hijo, creó El Danubio Azul. Es el río de la cultura, a su alrededor se levantaron y deshicieron imperios, representa el esplendor y la decadencia del espíritu humano, sus contradicciones, los vaivenes y zigzags, garabatos, la determinación de las fronteras. Mientras los humanos se enzarzan en disputas, el Danubio discurre con su cuenca de casi 3.000 kilómetros hacia su destino entre el anhelo de la felicidad marina, algo perceptible para el viajero porque, según Magris, «no se viaja para llegar, sino para viajar, y entre los retrasos brilla el puro presente», lo que permite un viaje interior. Añade: «El espíritu europeo se alimenta de libros»; cree que el mayor poeta del Danubio es Hölderlin, para quien el río es encuentro, como el que debe producirse superando los nacionalismos desconfigurando límites.

El puente más largo sobre un río europeo es el de Lisboa sobre el Tajo, otro símbolo de unión que acoge a la península ibérica; le sigue el que sobrepasa el Danubio y la frontera búlgaro-rumana, y que está dedicado a la amistad. Como se canta en el vals: «¡Imagen de unidad de todos los tiempos! ¡Mantén tus olas en Viena, que te ama tanto!».