Edición genética

Manuel Luis Casalderrey RINCÓN ABIERTO

OPINIÓN

23 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Las bacterias poseen un sistema de inmunidad adquirida conocido como CRISPR, que les permite defenderse de las infecciones por virus. Fue descubierto en el 2003 por el español Francis Mojica, genetista de la Universidad de Alicante. Las bacterias guardan en su ADN trocitos de virus para que, si en un momento posterior se encuentran de nuevo con ese virus, puedan defenderse de él.

CRISPR es posible gracias a una proteína (la nucleasa Cas9) que, mediante unas guías, se posiciona en la parte de ADN afectada y la corta como si fueran unas tijeras moleculares. Los dos extremos vuelven a unirse y el gen en cuestión queda desactivado. El proceso CRISPR es un corta-pega en toda regla, como en la edición de textos. Mojica fue el descubridor de CRISPR, pero el Nobel de Química del 2020 se concedió a dos investigadoras que usaron el sistema CRISPR en distintos campos.

La edición (modificación) genética se puede utilizar en la manipulación genética de cualquier ser vivo, incluidos los seres humanos. En la práctica, editar el genoma podría suponer en el futuro la cura de enfermedades genéticas, del cáncer, de trastornos degenerativos. En agricultura, el corta-pega genético hace posible la producción de alimentos enriquecidos, más nutritivos, resistentes a plagas, patógenos y amenazas ambientales, o mejorados, como el trigo libre de gluten. En la ganadería, animales libres de enfermedades o bien ovejas con mejor lana.