Jacques Delors, el señor de las autovías

Manuel Blanco Desar ECONOMISTA

OPINIÓN

Nathalie Koulischer | REUTERS

01 ene 2024 . Actualizado a las 10:24 h.

Cuando me enteré por Euronews del fallecimiento de Jacques Delors, me invadió una profunda saudade. Delors me abdujo para el europeísmo cuando vi la entrevista que le hizo Iñaki Gabilondo en TVE. Eran finales de los 80, si la memoria no me falla. El gran Jacques fue quien encauzó el proyecto originario de su venerado Robert Schuman y de Jean Monnet, padres francos de nuestra Unión, junto con De Gasperi y Adenauer. Él, que llegó a conocer en su adolescencia la ocupación nazi de Francia, fue uno de esos políticos que, como cisne negro, rompió el tópico según el cual todos ellos son iguales.

Fiel a sus raíces católicas, sirvió a Mitterrand y a todos los europeos con el respaldo de Helmut Kohl. Tomó una Comunidad Europea que languidecía y la transformó en Unión, gestando el Euro que nos protege de demagogos inflacionistas. En España se le recordará por las autovías, el AVE y otras infraestructuras, merced al Feder por él mejorado y al Fondo de Cohesión por él lanzado. En Galicia, sin Delors, no tendríamos los nuevos complejos hospitalarios, ni los nuevos campus, entre otras menudencias, pues sin la cofinanciación europea la tendencia natural hispana persistiría en el derroche populista, ignorando el capital social.

Sin embargo, Delors propició avances más importantes. Entre ellos subrayaría la mejora del mercado interior y el diseño de la ciudadanía jurídica europea, inspirada esta por Felipe González, aún vivo, aunque preterido por las nulidades que le sucedieron, disciplinadas mediante canonjías diversas. Sin el mercado interior, fenómenos como Inditex serían inviables, debido al proteccionismo autárquico consustancial a todo pequeño nacionalista. Me acuerdo cuando a Zara se le ponían trabas en Portugal mediante una normativa gremial de los municipios, aduciendo «saturación comercial». Sin la ciudadanía europea, casi nada seríamos más allá de nuestra minúscula península de Asia, y tras ella vinieron avances como la tarjeta sanitaria europea y, en paralelo, programas de investigación, que cuajaron en milagros como la mejor vacuna contra el covid.

Delors dejó trazado un plan para que Europa no decayese económicamente ante las otras potencias mundiales, precedido por el estudio del inmenso Paolo Cecchini sobre los costes de la no-Europa. Sus sucesores se enzarzaron en memeces, bendijeron la adhesión de la tiranía china en la OMC y ahora estamos a la defensiva, perdiendo posiciones en ciencia, tecnología e industria. Delors bien merece una oración y un sucesor digno de su saber y humildad. Así sea, por nuestro bien y el de nuestros hijos.