Cuento de Navidad

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

MARCOS MÍGUEZ

24 dic 2023 . Actualizado a las 10:00 h.

Hay una Navidad que se mide. Al peso. En metros. En euros. En números. Las luces, las colas en el súper, las listas de regalos, el precio de los langostinos, el premio por décimo de lotería, los mensajes de WhatsApp… Toneladas, kilos, miles, cientos… El contador arranca cada vez antes. Cuando empieza a apagarse el verano comienza a encenderse todo lo demás. Cualquier año de estos nos apuraremos tanto, que se solaparán agosto y las Navidades y nos encontraremos en un bucle temporal digno de una película de Christopher Nolan, en el que el turrón se toma con pajita y hielo en la hamaca de la playa. Cierto es que, por fin, después de un camino de semanas o incluso meses, hemos llegado al epicentro de estas fiestas, a la verdadera meta de esta carrera de locos. Este maratón que acaba en la contrarreloj de diciembre se compensa por momentos con las sonrisas de los más pequeños y los mayores y con los reencuentros (aunque parezcan topicazos, es así). Pero, en muchos casos, la cifra que marca estas fiestas para no pocas personas en España y el resto de Europa es el uno a secas. La soledad no deseada, esa epidemia moderna. También tendríamos que añadir a la ecuación números negativos. Los -1, -2, -3… Esos que avanzan con el paso del tiempo. Son muchos los que estos días rumian una especial tristeza porque es justo cuando en su retrovisor se hacen más grandes las ausencias, los recuerdos de los que no están. Su menú es más amargo. Para endulzar y acompañar mejor, a todos nos vendrían bien esas visitas de los fantasmas del Cuento de Navidad de Charles Dickens. Para que los fantasmas del pasado, el presente y el futuro nos pongan en nuestro sitio. Y no solo por unos días. Mientras tanto, feliz Navidad.