Oroza y el trigo en las fronteras

Rodri García QUÉ PASOU?

OPINIÓN

XAIME RAMALLAL

14 dic 2023 . Actualizado a las 07:18 h.

El grito de Carlos Oroza recorre Galicia. Está en la muestra itinerante que conmemora el centenario del nacimiento de «el poeta maldito del café Gijón», como lo calificó Francisco Umbral. En la plaza de Tabacos de A Coruña (dónde si no podría estar un fumador como Oroza) clama desde un panel: «Dejad que el trigo crezca en las fronteras». El grito, escrito sobre fondo rojo, evoca las fronteras en guerra, hace presentes a esos cadáveres envueltos en sudarios blancos. Ese blanco inmaculado de la camisa que vestía Oroza en aquel encuentro en Vigo con Xosé Luís Franco Grande. El académico, y amigo, trataba de rescatarlo del ostracismo, sacarlo de su hábitat casi oculto y ponerlo a declamar de nuevo su torrente de versos. «Dejad que el trigo crezca...». Detrás vendrá el pan y la paz.

Las fronteras de Oroza están mucho más cerca que Gaza, Ucrania, Sudán, Etiopía... Están en esos muros pantalla, cada vez más altos, levantados en la convivencia diaria. En las caras de vinagre. En los gestos hoscos. En los insultos. En los ofendiditos... Hasta ahí llega la petición del poeta: «Dejad que el trigo crezca...». Una de las costumbres de este tiempo previo a la Navidad es el trigo de Adviento: se planta en casa, en una maceta, a principios de diciembre. Hay que humedecer regularmente los granos. Y los brotes verdes —sí, aquellos que auguraban el fin de la crisis económica— salen como símbolo de la vida y la paz navideña. Ante ellos, Oroza volvería a mirar con su sonrisa pícara y sus ojos brillantes.