Cosas de los cambios

Nieves Lagares
Nieves Lagares MIEMBRO DEL EQUIPO DE INVESTIGACIONES POLÍTICAS DE LA USC

OPINIÓN

FERNANDO ALVARADO | EFE

23 sep 2023 . Actualizado a las 13:57 h.

La presentación del libro de Alfonso Guerra, La rosa y las espinas, ha sido la última gota de la tormenta que arrecia en el socialismo español a raíz de la presumible ley de amnistía, que dan por hecha los nacionalistas catalanes y que pretende, a juicio del presidente en funciones, desatascar el problema catalán.

El PSOE está generacionalmente fracturado, pero esta fractura no es nueva, son los mismos que se armaron contra Zapatero, y con ciertos medios madrileños le apodaron «bambi», los mismos que pararon a Chacón, porque, según Guerra «era de otro partido». En el fondo, el conflicto del PSOE es viejo, y es un conflicto generacional, pero también es un conflicto de ideas, de sectores que están medianamente de acuerdo en lo social pero en total desacuerdo en lo territorial; y mucho más en la medida en que lo territorial habla de las identidades.

Génova teme una revuelta a favor de Ayuso en las calles de Madrid, Ferraz teme una involución capitaneada por la vieja guardia, que en el fondo son los sectores más conservadores del propio socialismo. Las fracturas de la sociedad española están también dentro de los partidos, y se expresan de formas diferentes, en Vox, en la quiebra de Unidas Podemos, en el PP o en el PSOE.

España está cambiando, ya ha cambiado, y hay muchas personas de esas generaciones que no se reconocen en los nuevos valores que nos ha traído el desarrollo de la democracia y de la propia sociedad. Muchos de ellos, como González y Guerra, han sido los protagonistas del mayor cambio estructural que ha habido en la historia de España, pero son incapaces de comprender cómo se tiene que incorporar a la socialdemocracia los nuevos derechos y, simplemente, no aprecian lo que no entienden.

No es una cuestión de lealtad o deslealtad, es una cuestión de entender que el «cambio», el que ellos comenzaron, no se acabó con ellos, aunque ellos se quedaran en él. Y por eso, porque el cambio continúa, las palabras de Guerra sobre Yolanda Díaz han pasado de ser desafortunadas a rancias, expresión de un machismo semántico de otro tiempo. Cosas de los cambios.