La utilidad de lo inútil

cristina gufé ESCRITORA, LICENCIADA EN FILOSOFÍA Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

OPINIÓN

CARMELA QUEIJEIRO

03 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El conocimiento humano tiene un aspecto teórico y otro práctico; algunos de nuestros saberes permiten aplicaciones para hacer más cómoda la vida, pero el origen del conocimiento, lo que lo pone en marcha y nos da satisfacción, es la búsqueda del saber como un fin en sí mismo, aunque no sea útil o parezca inútil. 

Hoy en día, dominados como estamos por el sentido práctico y la rentabilidad económica, no resulta fácil planificar nuestras actividades teniendo presente que, a lo largo de la historia de la ciencia, la mayor parte de los descubrimientos importantes se los debemos a hombres y mujeres que no se interesaron por la utilidad, sino por un profundo deseo de saber, por el anhelo de belleza que se halla en el fondo de la búsqueda y por la libertad en la investigación, ya que la vista puesta en lo útil hubiera limitado el alcance de los hallazgos.

Algunos de estos asuntos se hallan presentes en La utilidad de lo inútil de Nuccio Ordine. Nos dice: «Considero útil todo aquello que nos ayuda a hacernos mejores. Pero la lógica del beneficio mina por la base las instituciones, escuelas, universidades...». Cita en su obra al pedagogo Abraham Flexner, quien se refiere a Marconi —descubridor de la radio y la telegrafía sin hilos— como un ejemplo de científico que se considera útil, pero los genios que se encontraban detrás de su invento fueron Clerk Maxwell y Heinrich Hertz, quienes completaron los estudios y no tenían ningún interés en la utilidad de sus trabajos, eran puros investigadores. Marconi descubrió solo el último detalle técnico, señala.

Las reflexiones de Ordine nos invitan a destacar dos conceptos: belleza y libertad. Nos acercan a la comprensión del incansable afán en la búsqueda del saber que se presenta como ilimitado y nos alimenta, tanto si se refiere, por ejemplo, a la poesía como a la matemática pura, divisiones arbitrarias que hemos establecido al olvidar que la atracción que ejerce sobre nosotros la belleza, el elemento común, permite crear el arte y la ciencia.

Devolvamos las alas a los que estudian. Lo inútil no lo es, o tal vez por serlo, resulta más abstracto, más próximo al espíritu humano que nació para ser libre y orientarse a la belleza presente, no solo en la naturaleza, sino también en la actividad intelectual. No deberíamos olvidarlo al diseñar planes de estudio o al decidir nuestra dedicación en la vida. ¿Podría ser esta la conclusión práctica, útil, de las reflexiones teóricas, inútiles, de Nuccio Ordine?