Será legal pero es inaceptable

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

Juan Herrero | EFE

17 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque no sea políticamente correcto, hay que decirlo. Un asesino es y será siempre un asesino. Antes, durante y después de cumplir la condena. Como un violador, un narcotraficante o un terrorista. Están dispuestos a repetir sus canalladas. Y por eso carece de sentido ampararse en la legalidad, si lo legal va contra el sentido común, la decencia, la democracia, la tolerancia y la ética. A ninguna acción puede otorgársele la etiqueta de legal si con ello se agrede el decoro y el honor de los ciudadanos. Estas normas de convivencia tienen mayor valor que cualquier marco lícito que tracen los legisladores. Aunque la realidad hoy no sea esa.

Estamos instalados en la gresca por la presencia en las urnas de cuarenta y cuatro candidatos de Bildu, condenados por pertenencia y colaboración con ETA. Siete de ellos, después de manchar las urnas de sangre, renunciarán a sus actas. Dos se presentan en los pueblos donde perpetraron los crímenes, lo que resulta provocador e inhumano. Aunque legal. Y es ahora cuando comienzan las prisas y las acusaciones cruzadas, pese a que lo que debería imponerse fueran los arrepentimientos y peticiones de perdón.

Porque llevamos años mirando cómo vuelan los pajaritos sin querer enterarnos de la realidad. Y ahora nos ponemos como fieras al comprobar que ocurre lo que tenía que ocurrir. Lo que sabíamos que ocurriría, pero fue más cómodo dejar correr el tiempo.

Este insultante episodio no se originó ayer. Arranca con la ley de partidos, por mucho que recoja la ilegalización de una formación si incluye terroristas en sus candidaturas. Una ley aprobada por el Gobierno de Aznar en el 2002 y que Núñez Feijoo acaba de considerar «indecente». Eran los tiempos del buenismo, de la compasión y de la camaradería. Tiempos en los que Borja Semper decía que «Bildu no es ETA, lo importante es que ETA se ha acabado» y «el futuro se tiene que construir también con Bildu». O cuando el entonces alcalde de Vitoria, Javier Maroto, subió la apuesta al asegurar: «No me tiemblan las piernas por llegar a acuerdos» con Bildu y «ojalá cunda el ejemplo». Tiempos en los que todos los demás, también Zapatero y Rubalcaba, hacían pedagogía hablando de convivencia y reconciliación. También el Constitucional, que en el 2011 abría la puerta a bildus y compañía para que estuviesen en las urnas. Y claro, de aquellos polvos vienen estos lodos.

¿Por qué, entonces, esta trifulca? ¿Desconocemos la historia que nosotros mismos escribimos o perdemos la memoria? Ahora que parece que de repente se nos agotó la reserva de generosidad que mantuvimos todos estos años, sería bueno que renovásemos el concepto de legalidad. Porque no basta con apelar a que es legal. Puede ser legal pero intolerable. Inaceptable. De forma especial cuando se tritura la ética cívica y se falta al respeto de la inmensa mayoría. Que es el principio básico de la democracia. Esa que nos quisieron destrozar.