El caso Negreira

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

04 mar 2023 . Actualizado a las 13:18 h.

Los periódicos nos sorprenden casi a diario con nuevas revelaciones sobre el caso de la prestación de servicios al Fútbol Club Barcelona por el que durante muchos años fue vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros, José María Enríquez Negreira. Algunos, afortunadamente pocos, han bautizado el asunto como Negreiragate, empleando para ello un elemento compositivo exótico, -gate

Ambas cosas, la relación Negreira-Barça y -gate, comenzaron hace muchos años. La segunda, cuando cinco personajes al servicio de la Administración Nixon fueron sorprendidos mientras espiaban en la sede del comité nacional del Partido Demócrata, en el complejo Watergate, de Washington. Desde entonces, en inglés se ha empleado -gate, de Watergate, como elemento compositivo con el que se forman nombres con los que se designan asuntos escandalosos de gran trascendencia, como el Irangate. 

Los hispanohablantes, siempre tan amantes del amigo del norte y de su idioma, lo compramos tal cual y empezamos a crear y a importar watergates, como el Russiagate, el Fifagate, el Dieselgate... Los nombres de los casos escandalosos, policiales y judiciales deben llevar mayúscula inicial (caso Nécora, caso Gürtel), mayúscula que hace innecesario el empleo de la cursiva cuando están en otro idioma. Como Barçagate. Pero este no tiene nada que ver con Enríquez Negreira y los árbitros, sino con una oscura campaña de desprestigio de personas críticas con la directiva del club cuando la presidía Josep Maria Bartomeu. Hubo entonces quien propuso una denominación alternativa, Bartogate. 

Hace un par de años, servidor hizo una consulta sobre los gates y quien la atendió en la Academia resultó poseer capacidades proféticas. Caigo en ello cuando releo su mensaje, que termina así: «... puede justificarse el uso de minúscula y cursiva si la formación resultante no designa un caso específico, sino tipos o clases de casos que comparten el mismo origen, como en denominaciones genéricas plurales. Por ejemplo: Seguramente vendrán otros barçagates». O sabía algo de los negocios de ese club, cosa improbable, o tenía dotes adivinatorias, pues ha llegado el Barçagate 2. 

Voces como Negreiragate y Barçagate tienen, además, el problema añadido de la pronunciación. ¿Por qué no recurrimos entonces a una fórmula normal y arraigada en el idioma que hablamos y decimos simplemente caso Negreira