La foto de los empresarios

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

09 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Si yo fuese presidente del Gobierno, invitaría a almorzar a don Emilio Botín en la Moncloa por lo menos una vez a la semana. Es que no hay ciudadano español que diga cosas más lindas a los gobernantes, sin distinción de ideología. Cuando estaba Zapatero, el señor Botín validaba su política económica y le dirigía piropos que ni Bibiana Aído se atrevió a repetir. A veces parecía un ministro del Partido Socialista. Ahora que manda Rajoy, el ilustre banquero es un desparrame de elogios sin timidez. Parece un ministro del Partido Popular. Es que el señor Botín es un patriota. El señor Botín ya no es una persona física: es una institución, y las instituciones están para apoyarse entre sí. Y entiende, como entendemos todos, que su palabra tiene alguna influencia en los mercados y la usa en beneficio del poder político. Por eso hay que llevarlo más a la Moncloa. Si las cosas van mal, porque levanta el ánimo. Si las cosas van bien, porque oyéndole parece que van todavía mejor.

Aunque solo sea por escuchar sus declaraciones de amor a los presidentes, valió la pena crear el Consejo Empresarial de la Competitividad. Es una idea de Zapatero, todo hay que decirlo, lo cual significa que Zapatero no solo le dejó a Rajoy una herencia envenenada. Le dejó también un coro de selectos empresarios que representan el 35 % del PIB, tienen grandes negocios en todo el mundo, reciben la calificación de campeones nacionales y lo mismo resultan útiles para lanzar la marca España que para ser insignes guardias de tráfico que señalan la dirección correcta de la autovía de la economía nacional. Hay quien dice que son más representativos que la CEOE y otras patronales, pero no me quiero meter en el berenjenal de las comparaciones.

Mi duda personal es para qué son invitados a la Moncloa: para que el Gobierno conozca sus opiniones, para que ellos reciban las opiniones del Gobierno o para hacerse una foto con mucho glamur, como las quería Zapatero. Creo que hay un poco de todo, y también un peligro que quiero expresar así: esas empresas no está claro que contraten muchos parados; desde luego, no lo hacen en proporción a la cuota de mercado que disfrutan ni a su porcentaje de participación en el PIB; pero les va bien; a algunas les va de fábula; llevan meses incrementando beneficios; sus máximos directivos tienen retribuciones que en algunos casos superan los cuatro y los cinco ¡y los diez! millones de euros anuales; otros tienen aseguradas pensiones de ocho y de nueve cifras, y gran parte de sus directivos medios disfrutan de un buen blindaje.

Espero que Rajoy, al verse en la foto con ellos, no piense que ese es el retrato de España. No lo creo, pero puede existir esa tentación.