Los clásicos también se manchan

MOTOR ON

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Todavía perviven pruebas donde los vehículos de calle se juegan su integridad en caminos que un 4x4 tendría serios problemas para superarlos. Son los ahora llamados Classic Trail y llevan más de cien años disputándose en el Reino Unido.

18 mar 2019 . Actualizado a las 22:43 h.

Ver un Bugatti, un Ford A o un Morgan con más de 70 años de vida saltando entre piedras y barro puede dar dolor de corazón (y de bolsillo), sin embargo estos triales capturan la esencia de lo que eran las competiciones a principios del siglo XX. Estas pruebas son como una máquina del tiempo donde los mismos caminos y casi los mismos vehículos hacen posible que veamos un espectáculo idéntico a lo que se vivía hace 50, 80 o 100 años. Vehículos de todas las edades se enfrentan año tras año al barro, a las piedras y a los desniveles resbaladizos en diferentes pruebas a lo ancho y alto del Reino Unido. Es una especie de autocrós a baja velocidad.

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Todo empezó a raíz de la creación de carreras de fiabilidad y resistencia que a principios del siglo XX salpicaron Europa. Eran los escaparates donde los fabricantes podían presentar sus avances sobre dos, tres o cuatro ruedas. La solidez y la fortaleza eran los principales valores para los constructores, antes incluso que la velocidad. Tres de estas pruebas nacidas entre 1904 y 1910 conformaron lo que hoy es el eje principal de los Trial Classic en Inglaterra. La afición a estas pruebas ya era asombrosa: como ejemplo, en 1925, en la London-Exeter (250 kilómetros) se apuntaron 169 coches y 258 motos. Hoy en día los recorridos son mucho menores pero igual de emocionantes.

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SUBIDAS RESBALADIZAS

Al principio el trazado comprendía las carreteras principales que unían las poblaciones. Eran polvorientos caminos de tierra que las lluvias se encargaban de ir embarrando y retorciendo al paso de los vehículos, complicando el viaje. A medida que fueron mejorando los firmes y las máquinas, los organizadores buscaron variaciones al trayecto inicial para complicar aún más un trazado ya de por sí duro. Fue entonces, entrados en los años 30, cuando las colinas y pequeñas lomas de terreno cobraron protagonismo. Desniveles embarrados, bacheados y resbaladizos, de no más de 300 o 400 metros, resultaban y resultan, hoy en día, obstáculos rompeautos. Algunos de estos caminos centenarios que fueron parte del trazado original forman parte de estas pruebas de autocrós, aunque ahora acotados para seguridad de pilotos y espectadores.

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PARA TODOS LOS PÚBLICOS

Cientos de participantes acuden a estos ralis del barro. Padres, abuelos o nietas se apuntan a este espectáculo en el que entre tramo y tramo siempre hay tiempo para comer o comentar la carrera. No es necesario ser un experto, ni tan siquiera tener muchos euros en el bolsillo, aunque algunos veteranos pueden llegar a las seis cifras. Subir a lo más alto o disfrutar en el intento es el objetivo final.

CATEGORÍAS Y DIFICULTADES

A la competición se presentan vehículos de dos, tres y cuatro ruedas. Existen numerosas categorías, entre las que destaca la de veteranos (son los vehículos más antiguos), aunque también tienen su sitio automóviles más modernos como escarabajos o descapotables de los 90. Eso sí, todos legales para su uso en carretera. Cada tramo tiene su nivel de dificultad y muchos son opcionales, cada piloto elige dónde meter su coche. Dentro de la prueba existen zonas especiales con grandes desniveles, secciones de navegación o áreas de juegos sobre ruedas como las yincanas en el césped.

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