Taxis y autobuses sin conductor en Japón

María Puerto

MERCADOS

KIMIMASA MAYAMA | EFE

Las escasez de profesionales obliga a las autoridades a acelerar los procesos para permitir la automatización en un país lastrado por la crisis demográfica y la baja inmigración

24 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Japón apuesta por desarrollar el transporte público del futuro con vehículos sin conductor. La baja natalidad y la poca aceptación entre la población de la inmigración abocan al país a tener dificultades para cubrir puestos de trabajo. La automatización de taxis y autobuses puede ser una solución para paliar la escasez de conductores y hacer viable el mantenimiento de rutas en las zonas rurales. No es todavía una realidad, pero se trata de una propuesta para el futuro que el Gobierno intenta acelerar. El pasado abril se reformó la ley de circulación y se permitió que los vehículos sin conductor catalogados como nivel cuatro pudieran circular por la vía pública.

Desde mayo de 2023 ya funciona una línea de transporte comercial en Eiheiji, prefectura de Fukui, con conducción autónoma de nivel cuatro. Según la normativa nipona, esta licencia permite la circulación sin chófer en un área limitada. En este caso es un vehículo de siete plazas que recorre dos kilómetros a una velocidad de 12 kilómetros por hora.

El nivel superior cinco permitiría la circulación autónoma sin restricciones, pero ninguna empresa ha conseguido todavía este certificado. La categoría de nivel tres exige que el vehículo, sin conductor, sea monitorizado en todo momento por una persona dentro del automóvil.

Alrededor de 60 ciudades ya han solicitado implementar los servicios de transporte autónomo de nivel cuatro que permitiría mantener líneas de autobuses en zonas acotadas como polígonos industriales o carreteras rurales. Se espera que algunas líneas de autobuses empiecen a funcionar a principios de año. De cara al futuro y con la voluntad de avanzar en la automatización de la conducción, Honda se ha asociado con General Motor y Cruise para poner en marcha a partir del 2026 en el centro de Tokio un servicio de taxis sin conductor.

El Gobierno del conservador Kishida contempla tener finalizado en mayo del 2024 el informe que elabora un panel de expertos para regular el transporte autónomo. Es necesario llegar a acuerdos entre aseguradoras, fabricantes de automóviles y empresas de transporte para acordar la asunción de responsabilidades en caso de accidente de tráfico. El sector del taxi también se verá obligado a reformar su regulación para contemplar los servicios de los vehículos no tripulados.

La escasez de conductores es lo que ha obligado a las autoridades a impulsar la automatización. El próximo año la situación se agravará ya que entrará en vigor la limitación de las horas extras para los conductores. El sector ha calculado que en el 2030 faltarán 36.000 conductores de autobuses en todo el país.

La situación será especialmente grave en el campo, donde las líneas no son rentables. La opción de transporte público sin conductor es una solución, especialmente para las áreas donde no hay muchos problemas de tráfico. Desde una central se puede monitorizar de forma remota el servicio. Incluso se está abierto a que en los vehículos viajen asistentes, sin cualificación, para ayudar a ancianos y niños a subir y bajar del vehículo.

Pero el futuro es un vehículo totalmente autónomo. Honda, el principal fabricante de automóviles de Japón, la estadounidense General Motors y Cruise, participada por las dos compañías, establecerán el próximo año una empresa conjunta para lanzar en el mercado japonés el modelo Cruise Origin. Será un vehículo con capacidad para seis pasajeros y sin conductor. El objetivo es que empiece a funcionar en Tokio a principios del 2026 y el primer año la flota alcance los 500 vehículos.

Japón no es puntero en el desarrollo de la conducción autónoma. Estados Unidos y China, que tienen legislaciones menos estrictas, van por delante e incluso fabricantes nipones como Toyota han apostado por estos mercados. Pero es un sector que cuenta con un enorme futuro: la consultora McKinsey calcula que este mercado podría alcanzar un valor de 400.000 millones de dólares en el 2035.