Marina Berlusconi, de «Signorina» a matriarca

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Primogénita y favorita de su padre, sobre ella se posa ahora el foco en la vasta herencia que lega su progenitor

02 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Era la primogénita y la favorita de su padre, y se repartirá la vasta herencia que deja este con sus cuatro hermanos. Propiedades y un imperio empresarial valorado en unos 6.000 millones de euros es lo que les ha dejado a su muerte Il Cavaliere. Aunque hace ya tiempo que Marina Berlusconi (Milán, 1966) tiene en sus manos una parte importante de ese legado. Es presidenta, desde el 2005, de Fininvest, el brazo a través del cual articuló Silvio Berlusconi todos sus negocios desde los sesenta y que controla las principales compañías del clan. También del grupo editorial Mondadori, otra de las joyas del imperio familiar.

No va a ser lo de repartir la herencia cosa fácil (casi nunca lo es). Lo sabía muy bien el político de Forza Italia. Tanto, que ya en el 2010 convocó un cónclave familiar para calmar las revueltas aguas que corrían entre sus vástagos, asegurándoles que todos tendrían el mismo trozo del jugoso pastel. Las desavenencias son muchas entre los cinco hermanos: Marina, Pier Silvio, Barbara, Eleonora y Luigi. Los dos primeros del primer matrimonio, con Carla Dall'Oglio; y los tres últimos, frutos del segundo, con la actriz Verónica Lario.

Desacuerdos, en cualquier caso, convenientemente aparcados para llorar juntos la muerte de su padre. «Papá, gracias por la vida, gracias por el amor. Vivirás siempre dentro de nosotros», fueron las palabras que le dedicaron sus cinco hijos a Il Cavaliere en un mensaje publicado por los principales diarios italianos. Pero, es muy probable que esa calma sea solo temporal. Hay mucho que repartir. Mucha tela que cortar en ese imperio.

Y hay incluso quien se plantea si no preferirán los herederos vender. Por el dinero y por la tranquilidad. Pero, no parece esa la idea. O al menos no es lo que se desprende de las palabras que dirigió Pier Silvio a los trabajadores de Mediaset, de la que es director ejecutivo: «Ahora nuestro deber es seguir sus pasos indelebles, trabajar, trabajar y trabajar. Con entusiasmo y respeto [...] Hoy tenemos que mirar hacia delante y esforzarnos todavía más, cada vez más. Tenemos que construir un grupo aún más fuerte».

Tampoco es su hermana Marina de las que rehúyen eso de arrimar el hombro. Cuentan de ella que es una trabajadora incansable. Tímida. Mucho. De una timidez casi enfermiza. Apenas si concede entrevistas, y en las escasas ocasiones en las que lo hace es para hablar de los negocios familiares, en los que lleva bregando desde que tenía 25 años. Contra viento y machismo. La Signorina la apodaba la prensa italiana de la época cuando su padre la nombró vicepresidenta de Fininvest en 1996. De su vida privada, ni una palabra.

Intentó lo de la universidad. Probó suerte en Derecho y en Ciencias Políticas, pero no la hubo. Hasta que su padre decidió confiarle su formación a Fedele Confaloniere, uno de sus más fieles colaboradores. En casa estudió también durante un par de años cuando era niña. Sus padres no querían que fuese al colegio por temor a que la secuestraran. Casada desde el 2008 con el ex primer bailarín de la Scala de Milán Maurizio Vanadia, tan discreto y poco dado a los saraos como su esposa, tiene el matrimonio dos hijos: Gabriele, nacido en el 2002; y Silvio, en el 2004. Nada que ver la suya con la escandalosa vida amorosa de su padre. Solo se le conoce otra relación importante. La que mantuvo con su primer novio: Giulio Tassera, un joven que trabajaba de barman en Bermudas, donde Marina pasaba las vacaciones. Diez años estuvieron juntos.

Amante de la cirugía estética (aquí sí, de casta le viene al galgo) es la única italiana que figura en la lista Forbes de las 50 mujeres más influyentes del mundo. Vive en Milán con su familia. Durante la semana. Los fines de semana, y siempre que sus obligaciones profesionales se lo permiten, se escapan a la Provenza, por donde, a buen seguro, pasa el futuro del imperio.

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