Rock and roll... quememos el dinero

PEDRO MAS CIORDIA

MERCADOS

RESERVA FEDERAL DE ESTADOS UNIDOS

Hay que impedir a toda cosa que el poder adquisitivo de la población siga cayendo

18 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El 22 de agosto de 1994, dos músicos retirados que habían formado el famoso grupo musical de la década de los ochenta, The KLF, Bill Drummond y Jimmy Cauty, volaron a la isla escocesa de Jura con un periodista y un cámara. Esa misma noche grabaron un acto que generó una intensa polémica en Inglaterra durante los siguientes meses. Encendieron una hoguera y quemaron en ella un millón de libras esterlinas en billetes, cantidad que, a fecha de hoy, serían aproximadamente 2 millones de libras, procediendo a grabar el evento y a considerarlo una obra artística. Quizás hoy en día puede que no llame tanto la atención dado que nos hemos acostumbrado a ver cosas, cuando menos, muy extrañas. Por ejemplo, el cuadro del grafitero Banksy que el año 2018 en subasta alcanzó la cantidad de 1,2 millones de euros y, con posterioridad, se autodestruía rasgándose con una trituradora oculta en el marco.

 El coleccionista que pujó tardó una semana en validar dicha compra y, finalmente, acertó quedándosela porque dicha obra rasgada fue sacada a subasta tres años después por el nuevo propietario y alcanzó la friolera de 21,25 millones de euros.

Continuando con nuestra historia, el revuelo por la quema del dinero fue de tal calibre que en los meses venideros solo se hablaba de ello: se vertieron ríos de tinta acerca de lo que se podría haber comprado con ese dinero, fundamentalmente dirigido a causas filantrópicas y, finalmente, en el programa televisivo de la televisión irlandesa The Late Late Show, Drummond y Cauty fueron las estrellas invitadas. La recepción a los músicos fue bastante hostil, tanto por parte de los periodistas como del público del plató.

Todo giraba alrededor de la misma pregunta: ¿por qué no donaron ese dinero para una buena causa y ayudaron al prójimo? ¿Qué arte es quemar dinero? Drummond contestó: «Si nos lo hubiéramos gastado en piscinas y Rolls Royce no creo que se hubiera molestado nadie». La gente se molesta porque lo quemamos. Ya sé que es un poco raro, pero ya que hablamos desde el punto de vista benéfico, no porque quemásemos aquel dinero hay menos barras de pan en el mundo, ni otros productos de primera necesidad, ni nada. Lo único que no hay es un montón de papel». El periodista contestó en sentido contrario y el público abucheaba a los excantantes y aplaudía al presentador. La historia no da más de sí, pero sí las conclusiones que se pueden extraer de la misma.

Así es, con independencia de juicios morales, los músicos tenían razón, era solo eso, papel. ¿Cuál habría sido el coste para el Banco de Inglaterra de volver a imprimirlos? ... Exacto, un coste residual. Aunque cueste entenderlo, lo que habían hecho estos músicos era aumentar, aunque de manera inapreciable, el poder adquisitivo del resto de los propietarios de libras, dado que había menos libras para la misma cantidad de bienes y servicios producidos en Inglaterra.

Pues esto es exactamente lo que están haciendo los Bancos Centrales y concretamente la Reserva Federal: hay que impedir a toda costa que el poder adquisitivo de la población siga cayendo y, por tanto, después de crear dinero de la nada, ahora hay que destruirlo. Se decía que la teoría monetaria tradicional ya no tenía sentido, que el postulado de Milton Friedman acerca de que la inflación sostenida en el medio plazo siempre era un fenómeno monetario ya no tenía validez. Este argumento se intentaba reforzar recordando que las medidas cuantitativas del 2009 al final no generaron inflación. Craso error; sí la generaron: la inflación aparece donde va el dinero y este no llegó a la economía real, se quedó en la financiera y se produjo una inflación de activos, sobre todo en la renta fija (y parte en la renta variable de crecimiento), implicando unas rentabilidades negativas desconocidas y sin sentido desde el punto de vista de la ortodoxia económica.

En el año 2020, a raíz del covid, estas inyecciones se incrementaron todavía más, pero con una salvedad: sí llegaron a la economía real. Las medidas monetarias implementadas en las dos crisis comentadas fueron las adecuadas: la primera posibilitó reconstruir el sistema financiero mundial, la segunda posibilitó la supervivencia de muchos agentes económicos, pero, dichas medidas han sido de tal calibre que hay que revertirlas a la mayor brevedad posible.

James Bullard, presidente y CEO de la Reserva Federal de St. Louis, lo ha dejado muy claro. Aprendimos de los errores de política monetaria del 1974 y de los aciertos del 1983. En 1974 la Fed se centró en factores no monetarios que afectaban a la inflación (déficit, shock petrolífero, incremento de salarios…), manteniendo los tipos demasiado bajos, incluso cuando la inflación aumentaba, resultando en un tipo real excepcionalmente bajo como pasa hoy en día.

 Esto generó una inflación desmedida en la siguiente década. En cambio, la política monetaria de 1983 fue la contraria: se focalizó más en factores monetarios que afectan a los precios, mantuvo un tipo de interés relativamente alto, incluso cuando la inflación estaba bajando, implicando unos tipos reales bastante altos. El resultado fue sobresaliente y la década siguiente la inflación subyacente estuvo bajo control y estabilizó la economía. Como dice Bullard, la lección es obvia: la Reserva Federal debe ir por delante de los acontecimientos y no por detrás, que es lo que ha pasado este año; por tanto, el tensionamiento de los tipos va a continuar y, aunque puede ser doloroso en el corto plazo, es la medida adecuada para tener una economía sana en el medio y largo plazo. Estas medidas podrían llevar a una recesión a la economía americana, en cuyo caso, dada la fortaleza del mercado laboral, no debería ser muy preocupante, pero no hacer nada es asegurar la destrucción del poder adquisitivo del dinero, que a la larga será infinitamente peor.

El legendario inversor Bill Gross, el rey de los bonos, tal y como se le apodaba, cofundador de la gestora americana Pimco y ya retirado, es de una opinión muy parecida. Después de analizar ciclos de tensionamientos monetarios en distintos países a lo largo de la historia cree que, en Estados Unidos, los tipos deben subir de manera rápida situándolos en el 3,5%, o algo por encima, y mantenerse en este nivel de llegada para que, con posterioridad, sea la economía de mercado la que haga su trabajo de ajuste como lo ha hecho siempre.

Aunque los mercados estén sufriendo, vamos por el camino correcto y, honestamente, creo que hay alguna luz en el horizonte. La inflación esperada a un año vista en Estados Unidos, que se puede negociar a través de derivados, estaba en junio de este año en el 6 %, encontrándose en estos momentos por debajo del 2,5 %. Europa, por desgracia, como hemos dicho en otras ocasiones, es otra historia y aquí la inflación tiene más que ver con un shock de oferta, y las medidas monetarias restrictivas, que sin ninguna duda aquí también van a continuar, no serán tan efectivas como en la primera economía del mundo. El dinero se creó de la nada … pues llega el momento de quemarlo. Rock & Roll.

Pedro Mas Ciordia. Santandar Private Banking Gestión. Director general