El negocio del menos es (mucho) más

Sara Cabrero
Sara Cabrero REDACCIÓN / LA VOZ

MERCADOS

PIERRE ALBOUY

Algunas marcas de lujo han decidido llevarla exclusividadal máximo exponente fabricando una única pieza de sus modelos. Hay firmas que incluso destruyen los restos de «stock»

03 jun 2019 . Actualizado a las 08:54 h.

Tener dinero no implica necesariamente poder hacerse con cualquier antojo que se cruce en el camino. Los productos de lujo ya no son solo cuestión de disponer de una cuenta engrosada. Porque, desde hace ya un tiempo, las marcas llevan su apuesta por la exclusividad a otro nivel. Muchos millonarios no se conforman solo con meter en su garaje un coche de cientos de miles de euros, contar con un barquito totalmente fuera del alcance de la mayoría de la población o llenar su armario con productos que el resto solo pueden soñar. Quieren más. Buscan navegar por las aguas más exclusivas del lujo, esas que incluso muchos de su mismo estatus social no son capaces ni de alcanzar.

Se trata de la exclusividad llevada a su máximo exponente. El último en sumarse ha sido la marca Bugatti, que para conmemorar su 110 aniversario presentó con la pompa y circunstancia que merece su último modelo. Bautizado como La Voiture Noire e inspirado en el icónico SC 45 Atlantic Aéro Coupé de la marca, este automóvil tiene una particularidad. Es único. Solo se ha fabricado una unidad y por tanto solo un ser humano podrá presumir con sus amigos de tener un aparato de este calibre en su casa.

El prestigio que otorga tener un objeto único en su especie se ha convertido en una auténtica obsesión para muchos. Tras anunciar La Voiture Noire, el aluvión de peticiones que recibió la compañía superó lo previsto. Los clientes ya no eligen a la marca, es la marca la que elige a sus clientes. También se ha convertido en una de las mejores campañas de publicidad para la multinacional. Todo el proceso de venta ha estado rodeado de tal aura de misterio, que muchos coleccionistas y amantes del motor llevan meses analizando cada palabra de la marca sobre el tema.

Bugatti no suelta prenda sobre quién se encuentra detrás de un coche que cuesta más de 16 millones de euros. Aunque Bloomberg publicó que el deportivo podría haber sido adquirido por el expresidente del Grupo Volkswagen, Ferdinand Piech, los tiros han cambiado de dirección por completo. El nombre de Cristiano Ronaldo está en todas las quinielas.

 Los coches son un buen ejemplo de este fenómeno de consumo que cada día gana más adeptos. Pero no son el único. Bebidas, complementos, aplicaciones y servicios… Nada escapa a la exclusividad.

Dormir en un sitio único

Hay habitaciones en las que solo un puñado de personas han dormido. El hotel Palms Casino Resort en Las Vegas es uno de ellos. En este edificio se erige una extravagante y prohibitiva suite que puede presumir de ser la más cara del mundo. Pasar una noche en Empathy Suite supone sacar de la cartera 100.000 dólares. Mariposas, tiburones, píldoras y cráneos decoran una habitación cuyo diseño tiene nombre y apellidos: el del artista británico Damien Hirst. A pesar del esfuerzo sobrehumano que deben hacer los bolsillos de aquellos que deseen dormir entre las lujosas sábanas de esta habitación, son muchos los que se acercan hasta Las Vegas buscando la exclusiva experiencia.

 Solo un hombre de nacionalidad china podrá fardar de haber mojado sus labios en la copa de alcohol más cara del mundo. Este peculiar catador pagó la friolera de 8.760 euros por un simple vaso de whisky. El licor, un Macallan del año 1878, era guardado con sumo mimo en un hotel de Suiza desde hacía más de 20 años sin que ningún cliente se atreviera a poner sobre la mesa un cheque por ella. «El precio se fijó tan alto a propósito, porque veíamos la botella como un objeto de colección y en realidad casi ni queríamos que se abriera», confesó en su momento el hotelero.

Además de los licores, a los orientales les pierden las joyas. El millonario chino Joseph Lau pagó 48 millones de dólares por hacerse con la gema más cara del mundo. Desde entonces, en su joyero luce el Blue Moon of Josephine, un diamante azul de 12 quilates que tiene el lujo de poder alardear de ser la joya más costosa de la historia. Caso parecido el del bolso 1001 Night Diamond Purse, un complemento formado por 4.000 diamantes y otras 4.000 piedras preciosas diseñado por la firma libanesa Mouawad. Forma parte del Guinness de los Récords como uno de los bolsos más caros de la historia.

Quemar el «stock»

Y no hay que ir muy lejos para tomar conciencia de la importancia que las marcas de lujo le otorgan a los productos exclusivos. Burberry dejaba al mundo boquiabierto al revelar cómo gestionaba su exceso de stock. El año pasado se filtraba la noticia de que la firma británica había decidido quemar durante los últimos cinco años las existencias que no habían conseguido vender. Unos productos valorados en la friolera de más de 100 millones de euros.

¿La razón? Proteger el valor de su marca y evitar que los productos fuesen vendidos a un precio inferior que acabara devaluando la imagen de lujo y exclusividad que la compañía ha ido perdiendo en los últimos tiempos. Loewe también cuida estas partidas. La sección de cosmética de la marca envía sus productos a una planta de reciclaje de componentes en la que se separan los distintos materiales de los perfumes para ser reutilizados.