El extraño caso de una corporación en la que las mociones las pierde el gobierno

Enrique Gómez Souto
enrique g. souto LUGO / LA VOZ

BECERREÁ

kike

Las batallas entre partidos llevan a propuestas que suponen doble gasto para la Administración

27 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La corporación provincial celebró ayer sesión plenaria. Como casi siempre, los diputados que la conforman hicieron un notable ejercicio de estímulo para la reflexión de los contribuyentes. Con sus debates y votaciones, esta vez dejaron en el aire preguntas que dan mucho de sí para encontrar respuestas. ¿Tiene ideología un desfibrilador? ¿Hay algún político lucense capaz de no operar según los principios generalmente cretinos de lo políticamente correcto? ¿Obedecen las posiciones de los diputados a algún motivo en sus posiciones que vaya más allá del interés partidista? Juzgue el lector, de lo que sigue, de qué pie cojean los diputados adscritos y el no adscrito, que es categoría singular en la Diputación. Eso sí, por fin, ayer, fue aprobado el Plan de Obras y Servicios, que tiene un presupuesto de 5,6 millones y dará un respiro a los siempre necesitados concellos lucenses.

La sesión comenzó y terminó con protagonismo absoluto del curtido político que es Manuel Martínez, diputado no adscrito. El pleno tuvo unos primeros minutos prometedores. Martínez, alcalde de Becerreá, le debe al Bloque haber sido el ariete de los besteiristas para hacer imposible que fuese el candidato del PSOE a la presidencia de la Diputación. Y les pasa factura en cuanto puede. Ayer, los diputados Antonio Veiga y Xosé Ferreiro estrenaron plazas nuevas en la corporación, tras abandonar el gobierno al hilo del pacto presupuestario del PSOE y el PP. Pasaron de estar en la primera fila cerca de la mesa presidencial, al extremo más alejado de ella, pero siguen en primera fila. Y Martínez quiere enviarlos a la última fila, a la misma en la que se sienta él. Y no es cuestión baladí, dijo Martínez, alcalde de Becerreá, porque cree que los ciudadanos deben de visualizar claramente quién está en el gobierno y quién en la oposición.

 Las sillas del BNG

«Tienen que estar ubicados en la parte de atrás, a mi vera», dijo. Nadie le hizo caso, pero la cosa tuvo su gracia y quedó muy propia en el esperpento que es la Diputación. Y eso, esperpéntico, fue el debate de la moción presentada por el PP para que la Diputación pague un desfibrilador a cada concello de la provincia. El PP pedía uno; pues el PSOE, dos; sí, dos. Los socialistas, vía enmienda, proponían que la Diputación pagase uno, y la Xunta, otro, además de hacerse cargo de la formación de los encargados de manejar los aparatos en cuestión en cada municipio. Y entonces, a mayores del desfibrilador por partida doble, los socialistas volvieron a la reclamación del servicio de hemodinámica operativo durante todo el día. En este debate, la portavoz popular, Elena Candia, aseguró que hace más de cuatro semanas que está contratado el tercer hemodinamista; vaya, que la situación mejora lentamente, vino a decir Candia. El PP contó con el respaldo del no adscrito Martínez y sacó adelante su proposición, sin tener en cuenta, como era previsible, la enmienda socialista.

Los populares, por boca de María Teijeiro, dieron vueltas y más vueltas, con los inevitables sí pero; al final, como estaba cantado por el asunto a debate dijeron sí, al igual que todos los otros grupos a la proposición que en el orden del día estaba así enunciada: «Moción do grupo provincial socialista para promover a linguaxe de signos dentro do sistema educativo». El propio portavoz socialista, Álvaro Santos, enredó con lo que pretende la moción, temiendo, quizá, que alguien llegue a entender que, gracias a esta iniciativa, se convertirá en una asignatura más en colegios o institutos. Y dejó claro que si en los plenos de la Diputación no hay alguien que traduzca al lenguaje de signos las intervenciones es porque se necesitan medios técnicos aún no disponibles.