Un lucense se enfrenta a 18 años de cárcel por abusar de su pareja y exigirle sexo a cambio de pasar tiempo con ella y su hijo

André Siso Zapata
André S. Zapata LUGO / LA VOZ

LUGO

El acusado se enfrenta a hasta 18 años y seis meses de prisión
El acusado se enfrenta a hasta 18 años y seis meses de prisión A. SISO

Está acusado de un delito de maltrato, de agresión sexual, de coacciones y de omisión del deber de socorro. El procesado negó los hechos y culpó a su exnovia, alegando que no le dejaba ver al pequeño y que «era muy posesiva»

18 abr 2024 . Actualizado a las 23:14 h.

Cinco años de vejaciones, humillaciones, acoso e incluso agresiones sexuales. Esta fue la vida de una mujer residente en la provincia de Lugo entre el año 2016 y el 2021 según la tesis expuesta este jueves por la Fiscalía y la acusación particular en un juicio celebrado en la Audiencia Provincial y que mantiene como acusado al exnovio de la chica, de 41 años. Según estas partes, el hombre habría sometido a la denunciante a una vida de abusos, forzándola a mantener relaciones sexuales y acosándola incluso en público, a la vez que se desentendía de sus obligaciones como padre de un niño que vivía con ellos y sus abuelos.

La vista se celebró este jueves ante el tribunal de la Sala Segunda de lo Penal de la Audiencia Provincial de Lugo. La Fiscalía pide para el procesado 15 años de prisión, tres por un delito de maltrato habitual y doce por agresión sexual. La acusación particular eleva a catorce la pena por este último delito y suma 18 meses más a su solicitud por dos delitos, de omisión del deber de socorro y de coacciones. En total, 18 años y seis meses. La fiscal solicita una indemnización para la víctima de 50.000 euros por daños morales, mientras que el abogado particular solicita 100.000.

La relación entre ambos empezó en el año 2013. Tras tres años de noviazgo, ella quedó embarazada. Su hijo nació en el 2016, momento en el que ambos se fueron a vivir juntos a casa de los padres de ella, en un municipio del entorno de Lugo. Fue a partir del nacimiento del pequeño cuando los abusos se habrían vuelto más graves, según la denunciante. 

«Me exigía mantener relaciones sexuales para poder salir de casa con amigos o con el niño. Me decía: 'Si hay polvo, voy'»

En su declaración, la mujer relató episodios a lo largo de toda su relación, que terminó tras ocho años. «Al principio era todo relativamente normal, aunque siempre fue muy controlador y tenía enfados muy grandes de vez en cuando. Lo peor empezó cuando nació el niño. Él se desentendía de él, incluso me dijo que lo abortara», recuerda la denunciante. 

Los capítulos más graves sucedieron en el domicilio familiar. «Me exigía mantener relaciones sexuales para poder salir de casa con amigos o con el niño. Me decía: 'Si hay polvo, voy'. Yo le cogí asco, dejó de gustarme. Pero me daba miedo. Se ponía muy violento, me forzaba a tener sexo y me agarraba o me bajaba la ropa sin mi consentimiento», aseguró la denunciante, que declaró tras un biombo que la separaba de su expareja.

Ella relató al menos tres episodios que constituirían delitos de agresión sexual. Todos tenían en común que el acusado la forzó a mantener relaciones bajo amenazas, entre ellas no ir con ella y con el niño a un evento o simplemente salir de casa a hacer recados. Una de las supuestas agresiones habría ocurrido poco después de dar a luz. «Hizo que se me saltaran dos puntos de sutura», reconoce la mujer. 

«Cuando pasó un año y medio me fui a dormir a la habitación de mi hijo. No quería dormir con este señor porque sabía que iba a abusar de mí. Yo no quería tocarlo ni saber nada de él», afirmó la denunciante. 

Estas supuestas relaciones sin consentimiento no fueron los únicos abusos que la denunciante afirma haber sufrido. En el día a día, incluso en público, su expareja la acosaba sexualmente, según su versión. «Me metía mano y me tocaba mis partes todo el día. Le daba igual que estuviese delante el niño o que estuviésemos tomando algo con amigos. Yo me separaba de él y le decía que parase, pero él se reía. Yo no podía más. Era humillante», explicó en el juicio. 

La actitud del hombre, más allá del sexo, era otro componente de sufrimiento para su familia. «Él amenazaba con suicidarse a menudo. Decía que se iba a marchar con lo que era suyo, haciendo referencia al niño. Que las cosas él las solucionaba o con dinero o con la cárcel. Y más comentarios de este tipo», recordaba la presunta víctima.

¿Quién puso fin a la relación?

La situación alcanzó su punto más intenso en el verano del 2021. Como había hecho en otras ocasiones, según varios testigos, el acusado se enfadó con su mujer y se marchó de su casa sin decir nada. Trabajaba en la empresa de su suegro, por lo que el interés por localizarlo era máximo. Aquella vez, estuvo cuatro o cinco días sin aparecer.

Dieron con él en casa de sus padres. Su mujer fue a verlo para hablar con él y, según ella, poner fin a la relación, sobre todo por la influencia que eso podía tener sobre su hijo, que tenía cinco años. Tras una discusión, la mujer se desmayó y tuvo que ir una ambulancia a atenderla. Según la acusación particular, su expareja llamó al padre de ella para que la fuera a buscar, diciéndole que «le había dado un ataque», en lugar de llamar a la ambulancia, cosa que hizo minutos después. Ese día terminó su relación. 

La mujer «era posesiva» y no le dejaba «ejercer como padre»

El acusado negó todos los hechos que se le imputaban. De hecho, afirmó que fue él quien puso fin a la relación. El motivo, según su versión, estaba relacionado con lo «posesiva» que era la denunciante y que no le dejaba «ejercer como padre», ya que «acaparaba al niño» y «no me dejaba cuidarlo o sacarlo de casa sin ella»

El hombre, de 41 años, rechazó la tesis de la Fiscalía y de la acusación particular al negar que hubiese forzado a mantener relaciones a su expareja en ningún momento. «Solamente mantuvimos relaciones sexuales en dos ocasiones desde que nació el niño. Y ambas consentidas, claro. Nunca la forcé a nada», sentenció. 

Negó también haberla chantajeado con sexo para realizar actividades. Reconoció que, en alguna ocasión, pudo haberle «puesto la mano en la cintura o en la pierna» en público, algo que provocó el «enfado» de la mujer, aunque dijo no entender el porqué.

El hombre justificó la denuncia en que su expareja era «muy posesiva» y no quería que él «viese más a nuestro hijo». «Fue ella la que me pidió dos veces que volviera con ella después de irme de casa de sus padres», afirmó. Según él, «no me dejaba ejercer de padre», ya que «nunca pude ni siquiera acostar solo a mi hijo o llevármelo unos días a casa de mis padres». 

La condición para participar en los eventos

A pesar de que en la fase de instrucción reconoció que le decía a su mujer que la condición para salir con ella era «echar un polvo», negó esta versión ante el tribunal este jueves. «Mienten ella y sus amigas», ratificó el hombre.

Y es que varios testigos, familiares y allegados de la supuesta víctima, apoyaron la tesis de los abusos, las vejaciones y las agresiones sexuales. El padre de la chica declaró que llegó a hablar con el acusado para que desistiese de sus actitudes. «Díxenlle 'home, con este comportamento, mellor que marches. Porque xa nos chegou o sufrimento', e marchou catro ou cinco días. El non collía o teléfono nin nada e seus pais chamaban preocupados. Ao final apareceu, pero xa non volveu máis. El traballaba comigo pero iso tamén rematou», afirmó. 

Una amiga íntima de la denunciante ratificó que él le exigía mantener relaciones sexuales a cambio de acompañarla a actividades del día a día. «Ella estaba triste. No quería salir ni relacionarse con nadie. Un día fuimos a comer y él empezó a tocarla y a sobarla, pero ella lo apartaba. Llegó un momento en el que era violento», recordó. 

Ella también intentó que entrase en razón: «Le dije que no podía tratarla como un objeto sexual, que tenía deberes como padre que no estaba cumpliendo. Él me dijo que si y que lo iba a intentar, pero a los dos días volvía a estar igual». 

La familia del acusado culpó a la denunciante

El entorno del acusado, sin embargo, lo apoyó. Su madre llegó a afirmar que la mujer era «moi posesiva e moi autoritaria». Su hijo les decía que «ela non o respectaba», por lo que él habría decidido terminar la relación. Los padres acusaron a la denunciante de desmayarse en su casa «xusto cando lle dixemos que el era o pai do pequeno e tamén merecía velo». 

El juicio quedó visto para sentencia y es ahora turno del tribunal de la Audiencia Provincial de Lugo, que valorará las pruebas y los testimonios y decidirá la condena y su grado, o la absolución.