Respondiendo a la pregunta ¿Somos tristes los lucenses?, más del 56% de los lectores de un periódico local respondió que sí. Según una segunda encuesta elaborada por SW Demoscopia, somos el cuarto municipio más feliz de España. Casi nada. ¿Cuál creemos?
Yo comienzo mi lectura cotidiana de La Voz por el final, pues mi apartado favorito es el deporte, pero hay lucenses que lo hacen por llegar a las esquelas cuanto antes, y eso es síntoma inequívoco de pena. Eso opino. Y aunque camino del deporte obvie las esquelas por si acaso está mi nombre, también yo soy un hombre triste. Sí, estoy incluso en ese largo 56% de lectores de ese medio que lo piensa. ¿Somos tristes los lucenses?... O tan felices como dice alguna encuesta. Pues verán, será cosa del clima, bienestar emocional endeble, edad media poblacional tirando a vieja…, qué quieren que les diga, yo me creo la primera.
Cierto lector amigo me pregunta que por qué no escribo más sobre esos dimes y diretes, el run run urbano, sobre ese día a día del latir de la ciudad… Pues en defensa propia, le replico, esa melancolía es contagiosa, no deseo involucrarme y volverme aun más tristón de lo que soy. Eso es labor de periodista, amigo mío; honrosa profesión que ya en mis tiempos requería cinco años de carrera y no lo soy. Así es que cómo quieres que me meta a dar la nota en barrizales de tal índole sin botas. Quita, quita, y déjame con lo que tengo. Pues si periodismo es transcribir lo más fielmente que se puede lo que arroja la rabiosa actualidad, entre una u otra cosa yo prefiero transcribir el lodazal de mi interior.
Sí, los lucenses somos tristes, creo, pero mirando para ahí afuera, bendita sea esta tristeza.