Monforte llegó a tener más viñas que Chantada, Quiroga y Sober juntos

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

Una de las zonas de viñedo que se conservan en la parroquia monfortina de Moreda
Una de las zonas de viñedo que se conservan en la parroquia monfortina de Moreda ALBERTO LÓPEZ

Eran 1.851 hectáreas de viñedo hace 130 años, casi el doble que en los otros tres municipios

20 abr 2024 . Actualizado a las 04:30 h.

El viñedo experimentó profundas transformaciones en la Ribeira Sacra a lo largo de la historia. Dos de ellas, determinantes para entender su configuración actual, dejaron rastro documental. La primera, entre los siglos XIV y XV, quedó reflejada en los foros que se conservan de la época. El desarrollo de villas, burgos y ciudades incrementó la demanda de vino y los monasterios, principales propietarios de la tierra, empujaron a sus arrendatarios a ampliar el cultivo de la viña en vista de la oportunidad de negocio.

La segunda revolución se produjo a finales del siglo XIX, esta vez como consecuencia de la catástrofe provocada por la plaga de la filoxera. Antes de la irrupción de este diminuto insecto, de efectos devastadores en las vides, el mapa vitícola de la zona era muy distinto. Monforte sumaba entonces casi el doble de viñedo que Chantada, Sober y Quiroga juntos.

La Diputación de Lugo tuvo en cuenta este sorprendente dato cuando en 1893 abrió las gestiones con el Ministerio de Fomento que permitieron poco después la puesta en marcha en Monforte de un centro vitícola pionero en Galicia. Su cometido era suministrar a los viticultores vides injertadas sobre patrones inmunes a la filoxera, plaga que había llegado a Europa junto con plantas importadas de Estados Unidos y entró en tierras gallegas a través de Portugal en 1882.

Según la Junta Provincial de Agricultura, el municipio de Monforte contaba hace 130 años con 1.854 hectáreas de viñedo. Más de un tercio del total que se cultivaba en la provincia.

Cervantes, caso llamativo

El sur lucense, y más concretamente el ámbito territorial de la Ribeira Sacra, era como ahora el referente de la producción vitícola en la provincia, aunque entonces había municipios de montaña con una extensión significativa de viñedo. Cervantes reunía 65 hectáreas; Navia de Suarna, 44; O Incio, 12; y A Fonsagrada, 10.

Todos estos concellos tenían más viñas, por ejemplo, que Paradela, que entró en el 2001 en la denominación de origen Ribeira Sacra a raíz de una ampliación acordada por el consejo regulador. Paradela tenía censadas hace más de un siglo dos hectáreas de viñedo y cuenta ahora con algo más de 3.000 metros inscritos en la denominación.

Con 950 hectáreas repartidas por el llano y las riberas de los ríos Cabe, Miño y Sil, Pantón era en 1893 el segundo municipio lucense en importancia en cultivo de superficie vitícola. A continuación figuraban Sober (394), Ribas de Sil (390), Quiroga (370), Chantada (312), Carballedo (194) y O Saviñao (190).

Pese a contar con la zona ribereña de Vilachá y parroquias interiores donde este cultivo estaba muy presente (Canedo, A Ferreirúa, Pacios de Veiga), A Pobra do Brollón contaba en aquella época con menos superficie de viñedo (175 hectáreas) que el vecino municipio de Bóveda (188 hectáreas).

Sobre la base de la superficie inscrita en Ribeira Sacra, todos los concellos de la zona tienen hoy mucho menos viñedo que en los años previos a la llegada de la filoxera. En Ribas de Sil y Carballedo está a niveles testimoniales con comparación con los datos de hace 130 años. Quiroga es el que se mantiene más estable, pues conserva 275,5 hectáreas dentro de Ribeira Sacra.

Monforte cuenta con cuatro parroquias acogidas a las distintas subzonas de Ribeira Sacra: Marcelle (Amandi), Rozavales (Quiroga-Bibei) y Moreda y Seoane (Ribeiras do Miño). Todas suman 21 hectáreas dentro de la denominación. Fuera de su ámbito, quedan contados viñedos en zonas de suelos arcillosos de Santa Mariña y Baamorto, parroquia esta última cuyos vinos alcanzaron cierta fama en el pasado.

La importancia del suelo

El detalle de los tipos de suelos es relevante porque todo indica que, tras la debacle causada por la filoxera, los terrenos más productivos se destinaron a otros tipos de cultivo en zonas de valle como Monforte. Darío Fernández Crespo, que fue director de la Estación Ampelográfica Provincial de Monforte, describe el panorama que dejó la filoxera en un libro publicado en 1897.

«Grandes montones de cepas —escribe— para combustible en los patios de las casas de aquellos desgraciados agricultores, bodegas cerradas por la falta de cosechas, terrenos eriales abandonados por inútiles para otros cultivos que no sean el de la vid, representan el cuadro triste y lamentable en que se hallan aquellos pueblos antes ricos y florecientes».

Anuncio de la época en la que funcionó la estación de viticultura de Monforte
Anuncio de la época en la que funcionó la estación de viticultura de Monforte ARCHIVO F. AIRA

Descuentos del 50% para viticultores lucenses

La Estación Ampelográfica Provincial que echó a andar en Monforte a finales del siglo XIX tenía como objetivo proporcionar a los viticultores lucenses plantas a bajo precio que habían sido injertadas sobre patrones resistentes a la filoxera. Según recoge el libro de Darío Fernández Crespo, en los años previos a la irrupción de esta plaga se habría producido un repunte de la superficie destinada a viñedo.

El director del centro señala en 1897 que en las comarcas de Monforte, Chantada y Quiroga «la mayor parte de los viñedos apenas contaban una quincena de años» y que producían «vinos de gran estimación en el mercado».

Las instalaciones que promovió en Monforte la Diputación de Lugo ocupaban una finca de algo más de tres hectáreas en la actual calle Doctor López Suárez, en la que se ubica el cuartel de la Guardia Civil y que debido a aquel uso hasta no hace mucho era conocida popularmente como «el vivero».

Un anuncio de la época detalla que no se servía ningún pedido de cepas «sin previa exhibición de la cédula personal del peticionario, a fin de acreditar por ese medio que son de la provincia». La cantidad de estaquillas quedaban al arbitrio del encargado del despacho y la rebaja para los viticultores lucenses era del 50% sobre el precio de venta con carácter general.

Los ayuntamientos de la provincia con superficie de viñedo contribuyeron en cierto modo a financiar la Estación Ampelográfica Provincial, ya que se estableció para ellos un impuesto especial de una peseta por cada hectárea de viñedo existente dentro de su término municipal.

Vides americanas y vinos monótonos

La replantación de viñedos posterior a la filoxera benefició a unas variedades en perjuicio de otras. Vides tradicionales como albarello —considerada la misma que el brancellao— o merenzao no se replantaron por su sensibilidad a hongos como el mildiu o el oídio. Los tratamientos eran costosos y no eran tiempos boyantes, lo que motivó que se eligiesen variedades más productivas y resistentes a las enfermedades aunque diesen vinos peores. En una publicación de la revista Vida Gallega sobre la vendimia de 1958, el escritor José María Castroviejo se quejaba de los vinos «igualitarios» que propiciaban las vides americanas.