La edad de las cuevas de O Courel se investiga en un laboratorio de China

Francisco Albo
fRANCISCO ALBO MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

Un espeleólogo en el interior de la cueva de A Ceza, en el municipio de Folgoso do Courel
Un espeleólogo en el interior de la cueva de A Ceza, en el municipio de Folgoso do Courel ADRIÁN VÁZQUEZ

Un análisis revela que la gruta de A Ceza tiene al menos 268.000 años

26 feb 2024 . Actualizado a las 19:54 h.

La cueva de A Ceza, en la sierra de O Courel, existe al menos desde hace 268.000 años. La fecha se ha obtenido mediante una datación realizada con el método denominado uranio-torio, que puede determinar la antigüedad de los espeleotemas o depósitos minerales —como las estalactitas o estalagmitas— formados en el interior de las grutas. El estudio forma parte de un amplio proyecto de investigación promovido por el geoparque Montañas do Courel que se desarrolla en esta y otras cavidades naturales de la sierra, como las de Arcoia, Buraca das Choias, Reibarba o Tralacosta.

Los análisis de las muestras de espeleotemas de estas cuevas se realizan muy lejos de O Courel, en la Universidad de Xi'an Jiaotong, en el centro de China. Allí trabaja como investigador desde hace cuatro años y medio el geólogo alicantino Carlos Pérez-Mejías, que colabora con el comité científico del geoparque Montañas do Courel. «La Universidad de Xi'an Jiaotong dispone de los equipos necesarios para realizar dataciones por uranio-torio, que es algo muy complicado y costoso, y que solo se puede hacer en algunos países, como Alemania, Suiza o Australia, además de Estados Unidos», explica el investigador. «En esta universidad se están realizando investigaciones sobre cuevas de diferentes partes del mundo porque en ellas, además de determinar su antigüedad, se pueden obtener datos sobre los climas y las condiciones ambientales del pasado», añade.

Aunque ya lleva tiempo estudiando las cuevas de O Courel, Carlos Pérez-Mejías no visitó personalmente este territorio hasta hace poco. Las muestras le fueron remitidas a China por el geólogo Daniel Ballesteros, miembro del comité científico del geoparque. El investigador, que se doctoró en Zaragoza, también ha estado trabajando en grutas de la provincia de Teruel. «Los investigadores de la Universidad de Xi'an Jiaotong están estudiando cuevas de China, India y otros lugares, pero para ellos Europa occidental es un territorio lejano y exótico», dice. «Que en estos estudios figuren también las cuevas del geoparque Montañas do Courel y de Teruel es una forma de ayudar a poner estos lugares en el mapa y de dárselos a conocer a personas que no sabían nada de ellos», comenta.

Climas muy diferentes

Pérez-Mejías apunta por otra parte que los procesos de formación de las cuevas calizas en China y en otras regiones de Asia son muy distintos de los que registran en Europa, donde los patrones climáticos son muy diferentes. «En los procesos de formación de estas cuevas tiene mucha importancia el régimen de lluvias, porque es el agua lo que modela las cuevas, y en Asia las lluvias se producen solo durante los monzones, en la temporada de verano, mientras que en lugares como O Courel es algo que sucede durante gran parte del año», dice.

La comparación de los datos obtenidos en cuevas de distintas partes del mundo, indica asimismo el geólogo, sirve para obtener una imagen más completa de la evolución de los climas a nivel planetario. «Es muy interesante que los datos registrados en una cueva de O Courel puedan tener relevancia para investigadores que trabajan en China o Australia», apunta.

Un método particularmente costoso y complejo que solo se puede utilizar en algunos países

La datación por uranio-torio se desarrolló a finales del decenio de 1980. En la década del 2000 se empezó a aplicar en los espeleotemas para averiguar la antigüedad de las cuevas. Según explica Pérez-Mejías, el método se basa en la transformación del uranio 235, un elemento radiactivo presente en los suelos que es arrastrado por las aguas pluviales al interior de las cavidades subterráneas y se integra en las formaciones calizas.

«Con el paso del tiempo, el uranio 235 se transforma en uranio 234 y más tarde se convierte en otro elemento químico, el torio 230», señala. «La tasa de transformación de un elemento en otro está bien medida y sirve como un reloj que indica cuánto tiempo ha pasado desde que se formaron los espeleotemas dentro de las cuevas», añade.

Muestras de estalagmitas

Las dataciones para determinar la antigüedad de las cuevas de la sierra de O Courel se realizan sobre muestras de estalagmitas, los depósitos calcáreos verticales que se forman en el suelo de las cavidades. Estas estructuras, según indica el geólogo, son mucho más fiables para este fin que las estalactitas que cuelgan del techo de las grutas. «Las estalactitas tienen un hueco en el centro, que es por donde se filtra el agua, y las capas de material calcáreo no quedan bien asentadas, por lo que los registros que ofrecen son mucho más discontinuos que los de las estalagmitas», apunta.

Las muestras utilizadas en los análisis —unas pequeñas cantidades de polvo calcáreo— se extraen de las estalagmitas con un taladro. Después se analizan en el laboratorio utilizando una máquina capaz de detectar y medir los elementos radiactivos, pero antes deben pasar por un complejo tratamiento químico. «Primero hay que tratar las muestras con varios tipos de ácidos para retirar los materiales que no nos interesan y aislar el uranio y el torio», dice Pérez-Mejías.

Las máquinas utilizadas en estos análisis son muy caras y además deben ser manejadas por técnicos especializados. «Hace falta una inversión importante, no solo para comprar el aparato, sino también para formar a los técnicos, porque hay pocas personas en el mundo que los sepan manipular y mantener en buen estado», indica el investigador. Los productos químicos utilizados en el tratamiento de las muestras también son costosos. «Por todas estas circunstancias, las dataciones por uranio-torio resultan muy difíciles de hacer y hay pocos lugares en los que se puedan llevar a cabo», concluye Pérez-Mejías.