¿Por qué nos sentimos más jóvenes de lo que somos?: «Las nuevas generaciones tienen una percepción del envejecimiento más tardía»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Sara Barreira, corriendo por un parque cercano a su casa.
Sara Barreira, corriendo por un parque cercano a su casa. MARCOS MÍGUEZ

Una nueva investigación halló que la percepción de la vejez en la población está subiendo, de modo que hoy consideramos que una persona no es «vieja» hasta los 75 años

30 abr 2024 . Actualizado a las 17:11 h.

¿Cuántos años tiene, para ti, una persona «vieja»? Si se lo preguntamos a un niño pequeño, seguramente diga que alguien de 30 años es un señor o una señora. Pero, a medida que va pasando el tiempo, la percepción de lo que significa ser joven se va modificando. Este cambio en la apreciación de la edad no solamente ocurre a nivel individual a lo largo de la vida de una persona. Es, de hecho, una tendencia social e histórica, como señala una nueva investigación publicada por la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés). Según el estudio, hoy, una persona de 60 años no solo no se considera vieja, sino que cree que seguirá sin serlo durante varios años más. En contraste, hace unas décadas, las personas se «sentían viejas» mucho antes.

El porqué de estos cambios podría estar relacionado con los avances tecnológicos y sociales que nos han posibilitado el mantener una calidad de vida similar a la de la juventud durante cada vez más tiempo. Peinar canas ya no es lo que era y muchas personas disfrutan hoy de una vida activa con más de seis o siete décadas a sus espaldas.

«Las percepciones sobre cuándo comienza la vejez podrían tender a cambiar al alza debido a los aumentos históricos en la esperanza de vida y en la edad de jubilación, así como a un mejor funcionamiento psicosocial en la vejez», se observa en la investigación, liderada por el psicólogo Markus Wettstein, de la Universidad Humboldt de Berlín. Según Wettstein, lo llamativo no es solo el hecho de que la vejez parece retrasarse en nuestra mente. También ocurre que, cada vez más, nos sentimos más jóvenes de lo que realmente somos.

A su vez, las transformaciones sociales y económicas de los últimos 50 años han modificado las nociones de cómo se desarrolla la vida de un adulto, lo que se evidencia en el hecho de que, cada vez más, se postergan etapas vitales como el independizarse del hogar familiar, o el momento de tener el primer hijo. En este proceso de patear hacia adelante los distintos marcadores de la edad, la vejez tiene ese mismo destino, sobre todo en el contexto de una jubilación cada vez más tardía en varios países.

El estudio

La investigación analizó a más de 14.000 participantes alemanes, que respondieron al mismo cuestionario varias veces veces durante un período de 25 años. Se les preguntó, entre otras cosas, a partir de qué edad creían que alguien era «viejo». Analizando las respuestas, se determinó que, de media, las personas que están en la década de los 60 años consideran que lo serán a partir de los 75.

«Longitudinalmente, esta edad de inicio percibida aumentó aproximadamente un año por cada 4 a 5 años de envejecimiento real. También encontramos evidencia de cambios históricos. En comparación con las cohortes que nacieron más temprano, las cohortes que nacieron más tarde reportaron una percepción de envejecimiento más tardía», explica el estudio. En otras palabras, si a los 40 pensabas que serías «viejo» con 65, a los 44 cambiarás la predicción y la llevarás a 66.

Según los investigadores, el envejecimiento poblacional es una de las variables que contribuyen a que la línea divisoria entre las personas viejas y las que no lo son se mueva hacia adelante en nuestra mente. En un contexto social edadista, que atribuye connotaciones mayormente negativas a la vejez, resulta lógico que las poblaciones más envejecidas tiendan, como observa el estudio, a mostrar una «disociación» respecto del grupo etario al que realmente pertenecen, «de modo que los individuos posponen la percepción de este estado de edad indeseado».

A nivel individual, la edad a la que se considera que inicia la vejez está también condicionada por factores como la edad actual, el sexo, la soledad, la presencia o ausencia de enfermedades crónicas y el propio estado de salud en general. Así, ser hombre, joven, sentirse solo y tener enfermedades son características que se asocian a una percepción de que esta etapa vital comienza antes. En cambio, en las mujeres, la percepción de la vejez suele ser más lejana que en los hombres, tal vez, señala Wettstein, por la esperanza de vida más larga que ellas tienen.

Una hipótesis que proponen los investigadores de este estudio es que la edad de jubilación suele ser un marcador clave de «anclaje» para definir cuándo consideramos que alguien es viejo. De hecho, en aquellos países en los que la edad de jubilación es más alta, la percepción subjetiva de los años que hay que tener para considerarse una persona mayor también tiende a aumentar.

Rejuvenecer a través de los hábitos

Una de las razones que podrían contribuir a explicar por qué nos sentimos más jóvenes de lo que realmente indica nuestra edad cronológica (la del calendario) puede estar relacionada con el hecho de que nuestra edad biológica se conserva mejor que en el pasado. La edad biológica es una estimación del estado estructural y funcional del organismo, teniendo en cuenta el deterioro que ha sufrido a lo largo del tiempo.

La cifra se obtiene a partir de biomarcadores que pueden variar enormemente de un individuo a otro. En otras palabras, dos personas nacidas el mismo día y en las mismas condiciones pueden presentar, a la edad de cincuenta años, dos perfiles totalmente distintos en cuanto a su edad biológica y a su declive funcional.

En este sentido, las campañas de prevención, los cribados y la mayor concienciación que hay a nivel social en términos de los hábitos saludables y el autocuidado han promovido un estilo de vida más saludable en las nuevas generaciones. Basta con acudir a un gimnasio y contar el número de personas jóvenes que se encuentran allí. Estos individuos, probablemente, continuarán sosteniendo el hábito del ejercicio físico a lo largo de su vida, según sugiere el estudio.

Edad subejtiva e histórica

A medida que vamos cumpliendo años, la vejez parece mantenerse alejada como si se tratase de la línea del horizonte. Pero, más allá de nuestra edad, hay eventos que pueden ser disruptivos y alterar nuestra percepción del tiempo y de la vida que nos queda por delante. En este sentido, los investigadores señalan que los eventos históricos pueden tener un rol en este «retraso» de la tercera edad en el imaginario colectivo. «La pandemia del covid-19 puede haber influenciado nuestra forma de ver el envejecimiento, porque desde su inicio, los adultos mayores comenzaron a ser retratados como un grupo vulnerable, de alto riesgo, y muchos experimentaron instancias de discriminación por edadismo», observa el estudio.

La digitalización también altera nuestra percepción de la edad. Así, el acceso a internet y, específicamente, el usar internet para hacer compras y para el socializar fueron dos marcadores que aumentaron en los útimos años y que tienen influencia en estas percepciones. «Dado que un mayor uso de Internet se asocia con una edad subjetiva más joven y una edad subjetiva más joven, a su vez, se relaciona con una percepción más tardía de la vejez, esta tendencia a la digitalización podría contribuir al cambio histórico observado hacia una percepción más tardía de la vejez», señala la investigación.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.