En Irán es el régimen el que vota

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

INTERNACIONAL

Dos mujeres votando, este viernes, en un colegio electoral de Teherán
Dos mujeres votando, este viernes, en un colegio electoral de Teherán ABEDIN TAHERKENAREH

La selección está pensada para dejar fuera a quienes puedan poner en peligro la continuidad del sistema, pero también a hombres del régimen que no encajen con la estrategia

19 jun 2021 . Actualizado a las 15:32 h.

En las elecciones presidenciales que se celebraron este viernes en Irán se esperaba la victoria de Ebrahim RaisÍ, el favorito declarado del ayatolá Alí Jamenéi, líder supremo del país. No era completamente seguro, porque en los comicios iraníes existe la vaga posibilidad de una sorpresa. Aunque las elecciones no son libres, porque los candidatos son previamente seleccionados, al electorado se le da la posibilidad de inclinarse por un candidato oficial que no sea el favorito. Pero no suele ocurrir. De modo que la elección que interesa analizar no es la de los votantes, sino la previa del régimen.

Esa selección está pensada para dejar fuera a quienes puedan poner en peligro la continuidad del sistema (por ejemplo, los candidatos reformistas), pero también a hombres del régimen que no encajen con la estrategia del momento o puedan, a la larga, hacerse demasiado poderosos. Así se explica, por ejemplo, la llamativa descalificación de Alí Lariyaní, el antiguo presidente del Parlamento y negociador nuclear con Occidente. Aunque se le suele describir como un «conservador moderado», Lariyaní es un hombre afín al poder donde los haya. Pero su exceso de protagonismo en el pasado y su proyección internacional le hacen ahora sospechoso. Otra descalificación aún más sorprendente demuestra que no se trata solo de vetar a los moderados o reformistas: la de Mahmud Ahmadineyad, nada menos que un expresidente del país. En su caso, la razón probable es que su estilo provocador no se considera el adecuado para la prioridad del régimen ahora mismo.

Esa prioridad es conseguir una atenuación de las sanciones internacionales que, junto con la mala gestión de la epidemia, han profundizado la crisis de la economía iraní. Por eso uno de los candidatos que ofrecía este viernes el régimen a los electores era Abdolnaser Hematí, el gobernador del Banco Central de Irán. Es posible que Hematí fuese el candidato favorito de las élites, pero el líder supremo se ha decantado por Raisí, seguramente porque quiere una mano dura por si se producen disturbios como los del 2019. Jamenéi sabe que puede confiar en Raisí, que tuvo una participación directa en las ejecuciones en masa de la década de 1980 y está a cargo del sistema judicial. De hecho, se encuentra sometido a sanciones personales por parte de Estados Unidos a causa sus abusos contra los derechos humanos. Si resulta elegido, esto planteará un problema a la diplomacia iraní, pero también a la norteamericana. El presidente Biden pretende volver al acuerdo nuclear con Irán que abandonó Donald Trump, y, para negociarlo, no tendrá más remedio que levantar esas sanciones a Raisí.

Ese acuerdo nuclear es, sin duda, el punto más importante de la agenda del nuevo presidente iraní, pero, prueba del poco poder que tiene, es una decisión ya tomada. El líder supremo, que en su momento veía el tratado con desconfianza, cree ahora que es indispensable para evitar un colapso total de la economía. De modo que se hará.