La investidura de Rueda desde la tribuna: dos exconselleiros y un aspirante a entrar en la Xunta

Mario Beramendi Álvarez
MARIO BERAMENDI SANTIAGO

GALICIA

Entre los asistentes, los exconselleiros Rosa Quintana y Francisco Conde. Entre ellos, el delegado del Gobierno, Pedro Blanco.
Entre los asistentes, los exconselleiros Rosa Quintana y Francisco Conde. Entre ellos, el delegado del Gobierno, Pedro Blanco. Xoán A. Soler

Francisco Conde y Rosa Quintana, ahora en Madrid, arroparon a Rueda junto al alcalde de A Estrada, uno de los que más suenan como nuevo conselleiro

09 abr 2024 . Actualizado a las 18:18 h.

Justo a las nueve de la mañana, media hora antes de que Alfonso Rueda empezase a hablar, José López Campos, alcalde del PP en A Estrada con amplia mayoría absoluta, entraba en la cafetería del Parlamento con sus 2,02 metros de altura y ese aire que le asemeja más a un ala-pívot retirado del baloncesto que a un político en activo. Junto al regidor estaba Francisco Conde, exconselleiro de Industria en la era Feijoo y ahora diputado en Madrid. Medio en broma o medio en serio, alguien le preguntó si tal vez le acompañaba para darle algún consejo sobre cómo moverse en San Caetano, tan lleno de pasillos y laberintos. López Campos es una de las caras nuevas que suena para el equipo de Rueda. Hubo alguna sonrisa como respuesta. Pero poco más.

Porque eso es lo que interesaba en la cafetería de O Hórreo minutos antes de que arrancara el discurso de investidura: quién estará en el Gobierno que Rueda anunciará este fin de semana. Interesaba más eso, como si todo el mundo supiese de antemano qué iban a decir unos y a contestar otros en el salón de plenos del Parlamento.

El alcalde de A Estrada, José López, en primer término, esta semana escuchando el debate de investidura en el Parlamento.
El alcalde de A Estrada, José López, en primer término, esta semana escuchando el debate de investidura en el Parlamento. Xoán A. Soler

El alcalde de A Estrada y el exconselleiro Francisco Conde estuvieron en el palco de autoridades, junto a la también diputada y exconselleira Rosa Quintana. Una tribuna que ofrecía un perfil institucional bajo, con pocas personalidades. Se espera una presencia mayor para la votación del jueves, cuando Rueda será proclamado presidente con los 40 votos del PPdeG. Y también más personalidades para la toma de posesión del sábado en el Panteón de Galegos Ilustres.

Tal vez la figura más importante y menos conocida ahora en la tribuna fuese la de Tomás Pérez Vidal, presidente del Parlamento entre 1986 y 1989, período en el que se llevó a cabo la mudanza de la sede del Pazo de Fonseca a O Hórreo. Un político al que el propio Xosé Manuel Beiras llegó a felicitar por su imparcialidad como árbitro de la Cámara. Pero muchos quizá ya ni le conozcan.

Del ambiente en el pleno, donde se estaba escuchando a Rueda desde los asientos de los diputados, merecerían un capítulo aparte los móviles y los dispositivos audiovisuales y esa fiebre por inmortalizarlo todo. Abajo, una bancada del PP muy atenta al discurso de su líder y unos grupos de la oposición apáticos y circunspectos, con muchos de sus representantes enredados en los portátiles, las tabletas y los teléfonos inteligentes, quién sabe si tomando notas de lo que decía Rueda, contestando mensajes o leyendo la prensa. Tiene gracia: con buen criterio, se prohíbe a los niños y a los adolescentes meter sus dispositivos personales en las aulas, y los mayores, los representantes de la ciudadanía, los llamados a dar ejemplo, pueden entretenerse ilimitadamente el día que no tienen otra cosa más importante que hacer, que es escuchar lo que va a decir el candidato a presidente de Galicia. Aunque se sepan de antemano el discurso, aunque les resulte tedioso.Mucha atención prestaban los conselleiros de la primera fila, algunos de los cuales no tienen claro cuál será su futuro en la nueva legislatura que pintó Alfonso Rueda desde la tribuna. En las paredes de O Hórreo resonaban algunas frases como ecos interminables de las proclamas escuchadas una y mil veces en la campaña, propuestas y críticas que ya han protagonizado los mítines y los debates, pero que reaparecen como sombras.

Apareció la Galicia del sentidiño, los de no, los del sí e incluso pudo verse al verso suelto de Democracia Ourensana, al fondo, separado tres asientos de los más cercanos, como si fuese un alumno castigado al final de la clase. No pareció a importarle nada, porque ha venido a lo suyo, como Umbral, a hablar de su libro, que es Ourense.