De México a Os Ancares teletrabajando para una empresa canadiense: «Esto me encanta, quiero quedarme»

María Guntín
María Guntín OS ANCARES / LA VOZ

GALICIA

Leo llegó de México hace un mes y medio y está teletrabajando desde Os Ancares
Leo llegó de México hace un mes y medio y está teletrabajando desde Os Ancares m. g.

Hace mes y medio que Leonardo Luna llegó a un coworking rural a los pies de Navia de Suarna y ya fantasea con la idea de asentarse. Pavel, un herrero ruso asentado en la montaña de Lugo, ha conseguido su permiso de residencia y también está en Navia

24 mar 2024 . Actualizado a las 13:01 h.

A sus 29 años, Leo no había salido nunca de Puebla, la ciudad de México en la que creció, vivió y estudió. Sin embargo, las vueltas de la vida lo trajeron hace un mes y medio al corazón de Os Ancares. Ahora teletrabaja para una empresa con clientes canadienses desde el coworking de Casa Quiñones, en Barcia, a unos minutos de Navia de Suarna. Esta casa rural, con espacio habilitado para personas que como este mexicano buscan trabajar en remoto, tiene fibra óptica de máxima velocidad.

Leonardo David Luna Nicolás se dedica a la integración de datos, en resumidas cuentas: «Cada empresa tiene una plataforma y se encuentra con que quiere enviar sus datos a otra empresa pero los sistemas no coinciden. Yo trabajo con un programa que hace de traductor, para que así puedan comunicarse sin importar el sistema que usen», desgrana. Para eso programa, diseña, analiza y se reúne por videoconferencia con clientes de todo el mundo.

«Ahora mismo trabajo para una empresa mexicana con clientes en Canadá, manejo cuatro relojes diferentes para adaptarme a los cambios horarios», explica Leo, que estudió una ingeniería en ciencias de la computación y además tiene el título de arquitecto de software.

«Me encantan los Ancares, desde los bosques a la cultura o la gente»

«Vengo de una zona de montañas parecidas a las que tengo aquí, en Lugo. El mío es un pueblo sencillo con mucha lluvia y nubes todo el año», avanza. Por eso, el mexicano no echa de menos sus raíces. «Me encantan los Ancares, desde los bosques a la cultura o la gente... Todo es diferente, pero está siendo toda una experiencia», confiesa. Por el momento, de españa solo conoce las montañas lucenses y León, pero pronto viajará por el resto de la provincia y la comunidad con la intención de convertirse en uno más al otro lado del Atlántico.

La aventura, dice Leo, está siendo más que satisfactoria. «Les conté a mis jefes que estaba en España después de varias semanas porque no se habían ni enterado. La ventaja de mi trabajo es que soy un nómada digital», cuenta. Puede trabajar desde donde quiera, «es la ventaja y la desventaja», confiesa. Sin embargo, asegura que consigue desconectar y que, salvo excepciones, la empresa respeta su horario laboral.

Aunque todo parece indicar que a Leo no le va a faltar trabajo —le llegan ofertas a diario— sus intenciones podrían pasar por asentarse definitivamente en la montaña de Lugo: «Me encantaría quedarme, pero tengo que ver si es posible por el tema del papeleo», augura. Por el momento, mira hacia el horizonte fantaseando con el futuro en la montaña: «He crecido con animales, aquí podría hacer mucha vida...», concluye.

Pavel, el herrero ruso asentado en Os Ancares: «Quiero que mi arte se quede en Galicia, que me entierren aquí»

El artista acaba de conseguir el permiso de residencia y está empadronado en Navia de Suarna, aunque se mueve por toda la provincia de Lugo

Pavel Yakushev se trasladó de Moscú a Os Ancares en 2020
Pavel Yakushev se trasladó de Moscú a Os Ancares en 2020 M. G.

Pavel Yakushev empezó su viaje de huida en el año 2020. Por aquel entonces se instaló en Louxas, una pequeña aldea de Os Ancares que en poco tiempo se convirtió en un hogar. Lo suyo siempre fue el arte plasmado en el hierro y puede presumir de ser uno de los últimos herreros en activo que hay en Galicia. Ahora, después de cuatro años, ha conseguido su ansiado permiso de residencia. «Ha sido una locura conseguirlo, pero también ha sido difícil llegar hasta aquí, sentirte ilegal...», dice. Ahora se ha empadronado en Navia de Suarna.

Por el momento, Pavel sigue creando a deshora: «Es muy difícil vivir del arte», dice. Los encargos le llegan por el boca a boca, pero a veces, dice, no son suficientes. «A veces siento que sí, la gente me conoce y reconoce, ¿pero de qué sirve si no puedes ni repostar en una gasolinera? Al final hay obras muy especiales y trabajadas cuyo valor de venta no es el real», reflexiona.

Sin embargo, Pavel resalta que lo mejor de mudarse a Os Ancares es el trato con la gente. Y esta convivencia ha cuajado tanto que las calles de Navia de Suarna, en el corazón de Os Ancares, también salvaguardan varias figuras de hierro elaboradas por el artista.

«Es muy difícil vivir del arte»

Estos días Pavel florece con la primavera y desborda ideas y proyectos. Para él no hay una frontera clara entre el trabajo y el descanso porque en una naturaleza idílica, que también dura, todo se fusiona. «El invierno me inspira, también es tiempo de arte. Este lo he utilizado para pensar y crear sin prisa, a mi ritmo», confiesa.

Pavel se marchó de Rusia para ser un artista libre, tal y como explica desde una de las casas que habita en Barcia, a los pies de Navia de Suarna, ya que más bien podría decirse que estamos hablando de un artista errante. «Yo no sé dónde vivo, mi hogar es Galicia», dice convencido.

Un flechazo casi inmediato

El flechazo de Pavel con Os Ancares no tardó en gestarse. Cuando se trasladó desde Moscú primero estuvo en Bilbao, para después marcharse hasta Austria y allí, entender que su deseo era regresar a la montaña de Lugo. De la casa de un amigo asturiano llegó hasta Louxas y de allí, a Barcia, aunque también pasa temporadas por la costa de Lugo, en Viveiro, donde tiene un taller.

De momento, Pavel ya mira hacia el horizonte pensando en la nacionalidad. «Quiero seguir mi camino de artista emigrado, que toda mi energía recaiga en Galicia, y que me entierren aquí», concluye.