Juan Creus: «Es necesario ordenar las villas marineras para que no reine el caos»

María Xosé Blanco Giráldez
m. x. blanco RIBEIRA

GALICIA

Juan Creus, del estudio Creus e Carrasco, es uno de los arquitectos que firman el diseño de la remodelación de la fachada marítima de Porto do Son, que ha recibido ya dos premios

31 oct 2023 . Actualizado a las 10:14 h.

Además de ser una actuación que ha puesto orden al corazón de la villa marinera y ha mejorado notablemente la estética del lugar, la remodelación de la fachada marítima de Porto do Son ha recibido dos reconocimientos importantes. El proyecto se erigió como ganador en la Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo (BEAU) en septiembre y hace unos días se alzaba con uno de los Premios FAD, el reservado a ciudad y paisaje. Juan Creus es uno de los arquitectos que firman el diseño, cuya ejecución corrió a cargo de la empresa Abeconsa.

—¿Cuál era el objetivo principal de esta actuación?

—El proyecto venía de la época del bum de las obras de las fachadas marítimas, coincidiendo con el Plan Galicia que se elaboró tras el Prestige. Era una actuación que había quedado pendiente. Había un pequeño diseño y nos llamaron para darle una mayor envergadura. La idea clave era reconvertir el espacio existente entre la fachada marítima de la localidad y la zona portuaria, lo que implicaba ordenar el tráfico, crear zonas verdes y conseguir más áreas para los vecinos. Ese fue el punto de partida de una obra que afectó a 25.000 metros cuadrados y que permitió que el puerto pasara a ser independiente.

Imagen de la fachada marítima de Porto do Son
Imagen de la fachada marítima de Porto do Son Marcos Creo

—¿El resultado fueron entonces dos zonas diferenciadas?

—Efectivamente. Había una cuestión importante, relacionada con la estructura de Porto do Son, que es lineal y paralela al mar. Los coches dominaban toda la zona y ordenar el tráfico fue una prioridad. También creímos interesante intervenir en algunas plazas, como la de Barranqueira, que en el pasado estaba llena de vehículos, y recuperar una vieja tradición, instalando un secadero de los que antiguamente se usaban para las redes y el pulpo.

—Más que una actuación fue una suma de intervenciones...

—Sí, incluso construimos un nuevo edificio de usos náuticos, integrado en la zona portuaria, para eliminar el que había, situado en medio del espacio. También abrimos las calles del casco urbano hacia el mar, haciendo que acabaran en pequeños miradores, y trasladamos el vial que había pegado a las edificaciones, dejando una franja de separación para usos de carácter hostelero y social. Fue una intervención muy compleja.

—¿Qué aspectos cree que fueron determinantes para la obtención de las distinciones?

—Pienso que, en los dos casos, el jurado supo entender la dimensión de la actuación, ver que no resuelve un único problema, sino que tiene una envergadura mucho mayor. Creo que también se tuvo en cuenta la dificultad en la ejecución, puesto que implicó a muchas partes, como Concello, cofradía, vecinos... Lo importante fue poder llevar a cabo la actuación y hacerlo sin críticas destacadas, porque la gente entendió y apoyó lo que se estaba haciendo. El proyecto se engloba en la arquitectura de tradición vista con una perspectiva bastante contemporánea.

—¿Qué fase fue la más compleja?

—Para nosotros fue pensar si lo que estábamos haciendo tendría buena respuesta por parte de los ciudadanos, simplificar un proyecto de tanta envergadura y lograr que fuera entendido. La actuación en la zona central, que incluía el traslado del vial, despertó reticencias al principio, pero luego los vecinos se dieron cuenta del espacio que ganaban. Para nosotros fue una sorpresa el éxito del mirador que se hizo en O Tendedeiro, donde además la actuación conecta con un paseo por la costa.

Fachada marítima de Porto do Son
Fachada marítima de Porto do Son CARMELA QUEIJEIRO

—¿Cree que el futuro de las villas marineras debe ir por esta línea?

—Sin duda. Nosotros ya hicimos obras similares en Fisterra y Malpica, por lo que sabemos que influyen muy positivamente en la dinámica de estos pueblos. Es necesario ordenar las villas marineras para que no reine el caos, pero esa transformación hay que ejecutarla recurriendo a elementos relacionados con la historia y la tradición para que los residentes entiendan mejor la intervención y la apoyen.

—¿Cuál es, en este sentido, la gran asignatura pendiente en la costa gallega?

—Creo que queda por resolver el problema del tráfico. Podrían habilitarse aparcamientos disuasorios en los límites del espacio portuario, no para los trabajadores, pero sí para los visitantes. Hay que conseguir que la gente entienda que no puede llegar con el coche al puerto. También es necesario contar con suelo público para acometer estas obras. Las Administraciones tienen que apostar por este cambio.