Esta agua tiene mal aspecto, ¿estará contaminada?

Adrián Valiño / R. S. REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Inspecciones regulares de técnicos y avisos de vecinos ayudan a vigilar la salubridad

20 ago 2023 . Actualizado a las 13:16 h.

A veces se tiende a no valorar oficios por desconocimiento, cuando tienen su dificultad y mucha utilidad. Le pasa, por ejemplo, al personal del programa de control de vertidos en Augas de Galicia, dependiente de la Consellería de Infraestruturas, que realiza una función oscura, pero básica: el control de calidad de los puntos hídricos.

Son las diez de la mañana y se respira un ambiente tranquilo por la calle. Las terrazas están llenas de gente tomándose el café matinal. Estela de Diego Cuesta, coordinadora de este programa de control en los servicios centrales de Santiago, y Martín Kirmayer, técnico responsable en la zona norte, empiezan una jornada rutinaria de control próxima al parque de la plaza Luis Seoane, ubicado en el centro urbano de Santa Cruz (Oleiros).

Les toca realizar un muestreo de agua, una tarea rutinaria de prevención y control. Sus resultados se catalogan a través de valores fisicoquímicos que permiten analizar el estado de la calidad del agua. El punto hídrico en cuestión goza de unos parámetros excelentes, a pesar de los resultados negativos de los cinco años anteriores. En caso de seguir con esta dinámica en el 2024, la playa de Santa Cruz volverá a estar presente en el censo de playas (se puede consultar en la página web Sergas playas).

Antes de comenzar su jornada, los trabajadores insisten en la importancia de la colaboración ciudadana. Los vertidos se pueden detectar a través de visitas rutinarias o por avisos de los vecinos. Es relevante que estos se realicen mediante llamada al 112, ya que se deriva directamente a un técnico de guardia, y el aviso se remite inmediatamente a través de SMS al resto del personal para que puedan actuar rápidamente. Estas notificaciones se actualizan constantemente si, por ejemplo, la Policía Local se persona antes que los técnicos en el lugar y ofrecen más información. Así se consigue una mayor eficacia a la hora de actuar. Este método de alerta es bastante desconocido entre la población.

Antes de realizar cualquier prueba, recogen una muestra del agua, que posteriormente será resguardada en una nevera y analizada en un laboratorio. Los resultados se publicarán directamente en una aplicación interna, por lo que los técnicos tendrán acceso tecnológico desde cualquier lugar. Esto facilita su trabajo en futuras ocasiones, ya que disponen de una «oficina sen papeis», explican, donde hay información contextual histórica de los puntos hídricos en los que han actuado.

En primer lugar, utilizan una sonda para medir diferentes sensores que les permiten conocer la calidad del agua tras su análisis. Después, la analizan con un medidor de amonio, que ayuda a comprobar los niveles de nitrógeno. En caso de anomalía, utilizarían fluoresceína sódica. Este método es muy llamativo, ya que se trata de un colorante verde que detecta sin contaminar fugas o situaciones incorrectas. Debido a su color, los técnicos alertan al 112 antes de esparcir el líquido por el agua. Martín Kirmayer detalla una de las situaciones más frecuentes en los hogares: «Ás veces, as augas pluviais mestúranse coas fecais nas tubaxes, xa sexa por descoñecemento ou practicidade».

Los orígenes

Los vertidos a ríos o regatos suelen tener su origen en explotaciones agrícolas, en entornos domésticos o industriales. Y todos ellos «teñen unha repercusión ambiental e sanitaria», señala Estela de Diego. Las consecuencias para el medio y las sanciones económicas las tramita un departamento jurídico, pero «non hai un criterio único; sería inxusto, porque pode haber moitas circunstancias». Su compañero recuerda que la expansión de depuradoras en grandes áreas de población ha ayudado a mitigar los vertidos.

El personal de este plan de control de vertidos está dividido en tres secciones territoriales (zonas norte, centro y sur), formadas por dos técnicos y cuatro trabajadores de campo. Además, cuentan con una sede central en Santiago, donde hay cuatro técnicos y un informático. Cada zona realiza entre seis y ocho inspecciones al día. Con todo, hay partes de Galicia donde no tienen competencias, principalmente en las provincias de Lugo y Ourense; ahí opera la confederación hidrográfica.