La dirección del centro: «Fue una lamentable y desafortunada inadvertencia»

La Voz

GALICIA

13 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La familia del niño siempre mostró sus quejas por la actitud del centro escolar hacia ellos. Han dicho que fue «poco humana», desvelando incluso que los propietarios jamás hablaron con ellos. Desde el colegio, que entienden el dolor de los padres, han dado pasos. Por ejemplo, rechazaron los servicios jurídicos que le ofrecía la aseguradora con la que el centro tiene firmada la póliza, porque consideraban que «podrían actuar como juez y parte». Los responsables escolares entienden que los intereses de la compañía de seguros no son los mismos que los suyos, «pues sobre ellos recae la responsabilidad civil en forma de indemnización y es lógico que su preocupación sea la de aportar la menor cantidad posible, cuando nuestra prioridad es precisamente lo contrario, la de defender a la familia de Diego Novo». Por eso mismo, la dirección del centro puso la causa en manos del abogado Antonio Platas.

Los fundadores y directores del Liceo, Antonio Pintor y Carlos Pérez Roca, quisieron dejar muy claro en varias ocasiones que están «con los padres, no contra los padres», de ahí que exigieran a su letrado que «por encima de todo se preocupe por lograr para la familia del menor la máxima indemnización posible».

Apoyo

«Sabemos que desgraciadamente no podemos devolverle la vida a Diego, por lo que no podemos hacer otra cosa que apoyar a los padres en todo», dijo en su día uno de los propietarios del colegio.

Algo que también quiso dejar claro Antonio Pintor es que «en ningún caso» la intención del centro «va a ser la de erradicar la culpabilidad, sino que va a poner todo su empeño en aclarar los hechos y averiguar qué ocurrió aquella mañana».

Carlos Pérez Roca asumió que la muerte de Diego Novo, de 4 años, se produjo por «una lamentable y desafortunada inadvertencia cuando el crío se encontraba bajo la protección y cuidado del colegio». Ahora bien, los fundadores del centro también quieren destacar el hecho de que todo el personal del colegio, especialmente los monitores que se encontraban en la piscina aquella mañana del 30 de marzo, «no actuaron con desidia o dejadez de sus funciones».