Fernando Furones, el director de orquesta que hace vibrar con bandas sonoras: «En cien años oiremos música de cine como hoy las arias de ópera, no tendrá sentido comparar a Morricone con Verdi»

FUGAS

Furones dirigiendo un concierto con el vigor que caracteriza sus intervenciones
Furones dirigiendo un concierto con el vigor que caracteriza sus intervenciones

El próximo 30 de abril, este joven director lleva a Vigo, con la orquesta de la Fundación Excelentia, la música de las grandes BSO de cine de Morricone, Zimmers y Williams

29 abr 2024 . Actualizado a las 12:07 h.

Tras dos visitas al Palacio da Ópera de A Coruña, la primera en octubre y la segunda en mayo, la próxima semana la Royal Film Concert Orchestra de la Fundación Excelentia lleva al Teatro Afundación de Vigo la música de tres de los mejores compositores de bandas sonoras de cine: Morricone, Zimmer y Williams. Lo hace bajo la batuta de Fernando Furones (Madrid, 1987), un joven director que defiende la calidad y el atractivo de estas obras y que también es compositor habitual en las películas de Fernando Colomo. Además, juega casi en casa, porque su familia política es viguesa.

­—Últimamente, triunfan mucho los conciertos sinfónicos basados en bandas sonoras, ¿qué tiene esta música para atraer tanto al público?

—Desde la Fundación Excelentia se hacen todo tipo de conciertos: de cine, ópera, zarzuela, pop... Creo que es de las orquestas más versátiles del mundo ahora mismo, porque no se cierran a nada. Y para nosotros las bandas sonoras son un poco la puerta de entrada al mundo ya no de la música clásica, sino de las orquestas. Hay mucha gente que viene por primera vez a estos conciertos porque son muy apetecibles, son una manera fácil de entrar a algo que, en principio, puede sobrecoger un poco. Es la mejor manera de empezar porque es música escrita de un modo que, por ejemplo, suele tener muchos solos. Te puedes centrar en el violín con La lista de Schindler, luego ir a Cinema Paradiso que tiene un solo de piano, después optar por Gabriel's Oboe —la banda sonora de La misión... Y estos solos largos llaman mucho la atención del público.

­—Juegan también con el elemento de cercanía emocional...

—Sí, porque es curioso, puedes hacer un concierto de bandas sonoras sin proyectar ni una sola escena y tú puedes volver a ver la película en la cabeza, te lleva a esas emociones, a esos recuerdos. En cambio, no puedes proyectar la película sin la banda sonora. Hay escenas que pierden totalmente el sentido. La magia de la música de cine está ahí.

­—Sin embargo, hay quien la ve como una música de segunda, o menos seria que la música clásica tradicional.

—Cien por cien en desacuerdo con eso. Yo estoy convencido de que dentro de 100, 200 o 300 años la gente seguirá escuchando estas piezas igual que ahora escuchas en un auditorio un aria de una ópera o un fragmento de una sinfonía. La gente a lo mejor no habrá visto las películas ni sabrá de donde viene esa música, pero perdurará. Y ya no tendrá sentido comparar a Morricone con Verdi. Porque puede que su música sea más sencilla, pero hacer una composición memorable como hace Morricone, con tres notas, y emocionar, es algo que está al alcance de muy pocos.

«Emocionar con tres notas está al alcance de muy pocos»

­—¿Cuál es su compositor de cine favorito?

—John Williams, porque domina el lenguaje clásico y lo ha modernizado, ha introducido elementos de jazz, elementos orquestacionalmente muy interesantes... Además, como decía Conrad Pope, su orquestador, Williams no escribe partituras para los instrumentistas, les escribe cartas de amor. Da igual quién seas en la orquesta, qué instrumento estés tocando, siempre va a haber algo interesante en tu partitura.

­—En los conciertos se le puede ver saltar, sonreír... ¿disfruta tanto como parece?

—Yo no lo fuerzo, realmente lo vivo por la energía que me llega de la orquesta, de la música... En los ensayos soy igual. Aunque intente reservarme, me cuesta contenerme. La sonrisa es mi marca personal, igual que los saltos. A veces me emociono y me pongo a saltar, a bailar, pero sale solo, no es ningún tipo de show. Y la energía del público también lo amplifica todo.

­—¿Conviene restar algo de seriedad, de formalidad, a la música clásica para acercarla al público?

—Es que yo creo que la música no debería ser algo serio, da igual lo que estés interpretando. El músico sí puede parecer serio, porque debe estar concentrado, está trabajando y pendiente de hacerlo bien, pero la música es entretenida, el concierto puede ser divertido, puedes sonreír, puede haber risas... La clave está en el equilibrio entre la concentración y la seriedad con la diversión y el soltarse.

«La sonrisa es mi marca personal, igual que los saltos»

—¿Cuándo nació tu vocación musical?

—En la música llevo toda la vida, no tengo memoria de cuando mi madre me llevaba a clases de piano un poco arrastrado por las orejas. Tengo que reconocer que mis primeras memorias no son muy buenas, te soltaban en una clase llena de niños a hacer solfeo y no le veía ningún sentido, iba un poco forzado. Pero con el paso de los años le fui cogiendo el gusto. Aprendí a tocar la guitarra, el bajo, otros instrumentos, saqué mi vertiente un poco rockera, tuve mi primer grupo... Y luego ya me fui a estudiar Composición Composicion de Música para Cine en la Berklee College of Music. La carrera la hice en Boston y el máster en el campus que tienen en Valencia.

—Entonces ya tenías claro que te gustaba el tema de la musica cinematográfica.

—Sí. Componer para cine me encanta. He hecho ya varias películas, soy compositor habitual de Fernando Colomo, con el que he hecho, por ejemplo, Isla Bonita, Poliamor para principiantes… y he participado en proyectos con otros compositores de renombre. Lo que no tuve tan claro fue lo de dirigir. Eso se presentó casi como una oportunidad inesperada, una grata sorpresa que estoy encantadísimo de haber descubierto.

—¿Cómo llegaste a ese mundo de la dirección de orquesta?

—Estaba estudiando la carrera y un día, con una amiga, se me ocurrió hacer un proyecto: montar un pequeño concierto de bandas sonoras para diez músicos en un auditorio para unas 30 o 40 personas. Y tuvimos mucho éxito. En un momento dado, conseguimos una sala, el Palau de la Música de Valencia, y ahí esa orquesta de diez músicos se quedaba pequeña. Así que juntamos una orquesta entera, setenta músicos, y tuve que aprender a dirigirlos en muy poco tiempo. Tuvimos una muy buena primera experiencia y de ahí fue saliendo todo hasta llegar a hoy, que habré dirigido más de doscientos conciertos.

—Y además, estás sacando un disco propio.

—Aparte de componer para cine siempre me ha gustado mucho componer canciones, llevo haciéndolo toda mi vida. Fui parte de un grupo y siempre tenía muchas canciones dentro que grababa, pero que nunca llegaba a hacer nada con ellas. Y el año pasado me lancé a preparar este disco y está siendo otra sorpresa muy grata.Hemos sacado ya cuatro singles y los han escuchado miles de personas. Estoy encantadísimo, es otra nueva vertiente de la que estoy aprendiendo muchísimo.

—¿Es la música un mundo muy competitivo, difícil para vivir de él?

—Yo creo que la industria musical es la industria más competitiva de todos los tiempos. Como todo el mundo quiere hacer música, hay mucha gente que lo hace gratis, o que pagaría por hacer esto. Eso es lo que lo hace tan competitivo. Y eso a mí me puede llegar a gustar porque te motiva, te da como fuego por dentro para seguir mejorando cada día, porque sabes que detrás de ti tienes una larga cola de gente que querría estar en tu puesto. Por eso es un mundo difícil, en España y en cualquier sitio, porque no hay que tener solo una serie de capacidades, sino también actitud, personalidad, profesionalidad, trabajo. Si te lo tomas como un juego no vas a poder conseguirlo. Tienes que trabajar, trabajar, y trabajar, y hacer sacrificios también. Pero merece mucho la pena. Yo estoy muy contento de poder dedicarme a la música.