Adiós al mítico Mundial de Fene tras una vida de bodas, bautizos y reconversiones: «Aquí comeron Felipe González, Fraga e Carrillo»

Patricia Hermida Torrente
Patricia Hermida FENE / LA VOZ

FENE

Aniceto Puentes con su madre Dina Rivera, ante fotos del naval en el restaurante Mundial de Fene
Aniceto Puentes con su madre Dina Rivera, ante fotos del naval en el restaurante Mundial de Fene César Toimil

Aniceto Puentes llevaba el restaurante fundado hace 50 años por sus padres emigrados a Londres, con una historia siempre ligada a los astilleros

23 feb 2024 . Actualizado a las 23:34 h.

Todo el mundo quería al restaurante Mundial de Fene. Y todo el mundo llora su cierre, con una clientela que se ha quedado huérfana de su famosa zarzuela. Aquel pescado con marisco al horno y salsa marinera marcó una época, al igual que su historia de lucha o sus comensales con solera. «Aquí comeron Felipe González, Manuel Fraga, Santiago Carrillo, Víctor Manuel, Ana Belén», cuenta Dina Rivera, que fundó el negocio con su marido Aniceto Puentes hace 50 años. Durante medio siglo, el Mundial caminó de la mano de los astilleros tanto en sus días de gloria como en las caídas. «Tivemos vodas, bautizos e reconversións», indica Aniceto Puentes hijo, actual dueño.

El Mundial nació con vocación de cocina internacional, ya desde su nombre. Sus creadores se formaron como hosteleros nada menos que en el swinging London. Y así lo recuerda Dina, que ahora tiene 83 años: «O meu marido e eu eramos das Pontes, el traballaba na Calvo Sotelo como bombeiro pero tiraba pola hostalería... en 1963 marchamos a Londres e regresamos en 1973». Por toda Inglaterra aprendieron recetas de cocina británica y francesa, que volcaron en el Mundial cuando lo abrieron en 1974. Desde la célebre zarzuela a la parrillada de marisco y pescado, langostinos a la crema, entrecot a la pimienta cuando nadie lo hacía en Ferrolterra, solomillo café de París, entrecot maître d’Hôtel.

 Atado a los ciclos del naval, el restaurante fenés que cerró el 31 de diciembre «por motivos familiares» vivió desde el champán de los petroleros al impacto de las reconversiones. Recuerda Dina que «sempre se fala moito da reconversión de 1984 pero case foi peor a de 1980, cando pasamos de dar 300 comidas ao día a só 20». El negocio se salvó gracias a las grandes celebraciones y sorteando desgracias personales como la muerte de Aniceto padre. «Eu nacín en 1960, o meu irmán Iván Puentes (ahora concejal del PSOE en Pontevedra y exalcalde de Fene) naceu en 1980 e o noso pai morreu en 1982 nunha noite de Nadal con só 48 anos», recuerda Aniceto.

Aniceto y Dina en uno de los comedores del Mundial
Aniceto y Dina en uno de los comedores del Mundial César Toimil

«Collemos a reconversión nos momentos máis crús, despois tempos mellores co offshore nos 90», indica el propietario. Carrillo visitó mucho este local, donde su plato favorito era la merluza envuelta en jamón. Felipe González pedía almejas a la plancha y rodaballo. Con él venía Alfonso Guerra, ya antes de triunfar en las elecciones de 1982, que bromeaba con Aniceto padre: «Te cambio el rodaballo por el sol de Andalucía». Y Marcelino Camacho protagonizó una comida «donde acabaron encañonados porque chegou a Garda Civil, Manuel Amor subiuse a unha mesa para pedir que se marchasen todos para que no houbese tiros nos primeiros tempos da Transición», como rememora Dina.

Crónica de la lucha en la ría

Porque la historia del Mundial también es una historia de lucha por la democracia. «Cando saíron do cárcere, Rafa Pillado, Manuel Amor e José María Riobóo celebraron aquí a súa liberdade cunha primeira cea», apunta Dina, sobre una foto en el propio Mundial que después se hizo eterna. Aquella bienvenida tras la cárcel «xuntou a 160 persoas e cando acabou chegou a policía para revisalo todo». Con gente como Pillado conservó Dina una amistad hasta el final. Y añade que «tamén teño os mellores recordos da alma dos da Pataquiña, Moncho, O Parrulo ou Muiño do Vento cos que nos xuntabamos todos os fines de semana».

En 50 años hubo tiempo para todo: cocinar a bordo de buques de Navantia en pruebas, preparar comidas dentro del astillero, o recibir a Miguel Bosé y Manolo Escobar. El matrimonio fundador aplicó desde el primer día «o mes de vacacións como en Londres, porque Inglaterra era marabillosa e alí traballamos para unha estupenda familia xudea que mesmo nos levou á voda dunha filla en Rolls-Royce», indica Dina.

Ahora los vecinos le dicen al dueño por la calle: «Aniceto, que faremos sen ti?». Pero con 50 años tan intensos, el Mundial siempre está a tiempo para una segunda vida.