Tinta y papel

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro CAFÉ SOLO

FERROL

Ramón Loureiro

21 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Siempre he estado convencido de que cada pluma estilográfica alberga el deseo de escribir su propio libro; y de que cada libro lleva dentro de sí la huella de la tinta con la que se escribió. Quienes todavía conservan la costumbre de escribir a mano podrán dar fe de que en el fondo no hay ni dos estilográficas iguales, ni dos cuadernos que sean exactamente gemelos. Como podrán acreditar, también, que todo cuanto se escribe a mano acaba siendo verdad; al menos, por la parte del corazón. Así, por ejemplo, si tú tienes un pequeño cuaderno de papel que cabe en cualquier bolsillo —comprado, pongamos por caso, en los territorios del Magistral y de la Regenta, junto a la catedral de Oviedo, antes de volver al tren—, y una estilográfica que los amigos te regalaron, hace muchos años ya, el Día Grande das San Lucas, puedes ver cómo la tinta azul, sobre el papel, va haciendo que desde Sillobre nazca, y vaya creciendo, la Tierra de Escandoi, que abarca todo cuando desde allí puede contemplarse. Después, de esa Tierra de Escandoi, que desde lo alto mira al mar de Ferrol —y que a sus espaldas tiene los caminos que llevan, por A Capela y por As Pontes, a la Terra Chá, a las brañas de Abadín, a Mondoñedo y a Ribadeo—, nacerá, a su vez, bajo ese Río Blanco del Firmamento que refleja en el cielo todos los caminos de Santiago, el Reino de la Vía Láctea.

(Un reino, este último, en el que precisamente gracias a que tienes un cuaderno de papel de arroz, y tinta azul en la estilográfica, a veces vuelves a ver a tu madre, que se llamaba Carmen; y a su madre y a su abuela, que se llamaban Carmen, como ella).