La importancia de las novelas y el arte de hacer milagros

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro CAFÉ SOLO

FERROL

VÍTOR MEJUTO

11 feb 2024 . Actualizado a las 13:19 h.

La verdad es que en este momento no sería capaz de asegurarlo, pero estoy casi convencido de que el primer libro de Víctor Freixanes que yo leí, allá por los años ochenta, fue Unha ducia de galegos, obra que me impresionó mucho y que me ayudó a entender muy bien quiénes eran de verdad —y sobre todo cómo eran— figuras centrales de la cultura gallega como Otero Pedrayo, Blanco Amor, Ramón Piñeiro, Xesús Alonso Montero, Méndez Ferrín, Araúxo Iglesias y Carlos Casares.

Alguna vez he llegado a creer que antes de Unha ducia de galegos leí O enxoval da noiva, pero es muy difícil que fuese así, porque, si la memoria no me falla, cuando leí esa novela, que también me causó una fuerte impresión, yo ya había escuchado hablar a Freixanes en algún acto público (¿tal vez sobre Rosalía...?), cosa que no había sucedido en la época en la que leí el libro en el que reunió sus conversaciones con doce de las más relevantes figuras intelectuales de Galicia.

El caso es que desde entonces, desde aquel tiempo en el que yo aún vivía en la casa en la que había nacido —una casa a la que tantas veces llegaban, traídos por el viento sobre los montes, a la par que los cuentos de aparecidos y las historias del lobo, los sonidos metálicos de la construcción de los grandes navíos de Astano—, he seguido muy atentamente el largo y fructífero viaje de Freixanes a través de la literatura; tanto de la literatura de imaginación, que nos permite vivir más vidas, como de la de no ficción, que es la que más nos ayuda a entender eso a lo que hemos dado en llamar realidad. De hecho, yo estaba convencido de que, a día de hoy, había leído ya todo lo publicado por Freixanes en forma de libro. Pero no. No era así. En realidad me faltaba por leer una pequeña pero deliciosa historia, Asalto ao tren da Portela, que acaba de llegar a mis manos en un volumen precioso, ilustrado con fotografías antiguas de Pontevedra...

Les cuento esto no solo para recomendarles que lean a Freixanes, que también, sino, fundamentalmente, porque llevo un rato pensando —y no me resisto a contárselo a ustedes desde aquí, en esta carta, en forma de dietario, que les mando cada semana— que me gustaría que Freixanes, que ha sido muchas cosas a lo largo de su vida, desde profesor hasta editor, pero que sobre todo es un escritor magnífico, volviese a escribir otra novela. Una novela nueva.

Porque solo las novelas nos ponen al alcance de la mano los grandes milagros: devolverles la vida a los muertos, caminar por la eternidad y regresar a nuestra infancia.