De regalos de boda al coste floral de un entierro, las ayudas que dan alas a Asfedro en Ferrol

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL

FERROL

Sari Alabau y Gerardo Sabio, ante Asfedro
Sari Alabau y Gerardo Sabio, ante Asfedro JOSE PARDO

Las aportaciones son esenciales para la entidad, que ha de recurrir a créditos

03 dic 2023 . Actualizado a las 08:28 h.

Para la Asociación Ferrolana de Drogodependencias (Asfedro) las donaciones son esenciales. Primero porque cuentan con una estructura con 32 trabajadores que se multiplica para atender a más de mil personas cada año. Unas acuden al centro de día, otras a las consultas ambulatorias y 22 reconducen su vida en la comunidad terapéutica de O Confurco. A diferencia de otras entidades que realizan la misma labor, Asfedro no tiene detrás a grandes benefactores, salvo colaboraciones puntuales y modestas. Por eso, las donaciones de ciudadanos anónimos son, en muchos casos, un balón de oxígeno, porque todas las subvenciones requieren que aporten fondos propios y solo los consiguen de donaciones que no llegan a los 6.000 euros cada año.

Rober y Ana donaron 600 euros de su boda
Rober y Ana donaron 600 euros de su boda

El mes pasado recibieron 600 euros de Ana Insua y Roberto Fachal, una pareja que en su boda sustituyó el regalo de recuerdo a los comensales por una tarjeta en la que se informaba de harían una donación a Asfedro y, de paso, instaban a sus invitados a emularlos. «Conocíamos bien la labor de esta asociación y quisimos tenerlos presentes en nuestra boda, por eso dejamos esta nota al lado de cada plato», explica Ana, que no descarta seguir aportando en el futuro las cantidades que pueda a una labor en la que trabajan, además, dos tías suyas: Elena y Mari Loly.

Estos dos novios dejaron la tarjeta de arriba al lado de cada uno de los platos de sus invitados a la boda. «En lugar de comprar un plato o una figurita para regalar hicimos una donación a Asfedro y pedimos a nuestros allegados que lo hagan si pueden también», explica Ana Insua. Esta aportación llega en un momento clave para Asfedro. 

Otra entrega de dinero llegó de una causa más triste: la de una madre que perdió a su hijo, que recibía tratamiento en Asfedro, y quiso agradecerles los cuidados que ofrecen. Esta mujer pidió a sus allegados que donasen el dinero de las flores del entierro y ella hizo lo mismo. Reunió unos 1.300 euros para la causa.

En la imagen, Sari Alabau, presidenta de Asfedro
En la imagen, Sari Alabau, presidenta de Asfedro CESAR TOIMIL

Sari Alabau, presidenta de Asfedro: «El 30 de noviembre acabó el convenio con la Xunta y hasta marzo habrá que subsistir»

El convenio que cada año firma Asfedro con la Consellería de Sanidade es fundamental para una entidad, que realiza una labor terapéutica clave en la comarca. Cuenta con 29 trabajadores fijos (32 en total) y solo sus salarios suponen más de 900.000 euros. El Sergas y las demás administraciones aportan poco más de un millón de euros. «Con estas cuentas no podríamos asumir inversiones ni muchas actividades, por eso tenemos que optar a ayudas que no son totales, sino que nos obligan a tener fondos propios», explica Sari Alabau la presidenta de Asfedro, que lamenta que en Ferrolterra ninguna gran empresa o corporación de un paso al frente en la colaboración económica, como se hace en otras ciudades. «Salvo ayudas puntuales, como una de La Caixa para un curso, no tenemos a grandes benefactores detrás, todas son pequeñas aportaciones», reconoce. Para ser colaborador de Asfedro basta con realizar una aportación mínima de 20 euros al año, aunque también se puede entregar dinero de forma puntual.

«Todos estos fondos son muy bienvenidos, porque nos permiten tener algo para ir actualizando locales y prestaciones», destacan los responsables de una entidad que atiende a personas con diversos tipos y grados de adicciones, pero también realiza labores de difusión en el campus o visita a los reclusos de la comarca ingresados en el penal de Teixeiro. «Realmente hacemos mucha labor que le correspondería a la administración, somos como una subcontrata», apunta la presidenta justo en un momento complicado, porque acaba de terminarse su principal fuente de ingresos.

«El 30 de noviembre acabó el convenio con la Xunta y hasta el mes de marzo, cuando se firma el siguiente, habrá que subsistir... ¿Cómo lo hacemos? Pues no nos queda otro remedio que pedir un préstamo a un banco para poder seguir con una labor que cada año atiende a 1.200 personas».