¿Un atraco o un violento episodio de una riña vecinal en Caranza?

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL / LA VOZ

FERROL

Vista del barrio de Caranza, donde sucedieron los hechos
Vista del barrio de Caranza, donde sucedieron los hechos JOSE PARDO

Juzgan a un vecino del barrio ferrolano por asaltar a otro con el que mantenía disputas desde hace tiempo

27 ene 2023 . Actualizado a las 21:10 h.

¿Un episodio más de una larga y enquistada disputa vecinal o un atraco? Esta es una de las preguntas que trató de dilucidarse en la larga vista celebrada en los juzgados de Ferrol este viernes. Un juicio que no se suspendió a pesar de la huelga de letrados y en el que declararon muchos testigos. Buena parte de ellos residentes en el entorno de un edificio de Caranza, donde hace tiempo que hay muchas denuncias cruzadas. En este caso se juzgaban los hechos sucedidos el 6 de mayo de 2021. Esa jornada el vecino del segundo del citado inmueble llegó a su casa con la recaudación del bar, ubicado al lado del portal, y alguien lo asaltó por la espalda.

«Reconocí a mi vecino del sexto casi al momento, por la voz y porque tenía un palillo en la cerradura, algo que ya me había hecho otras veces, por las que tuvo que venir el cerrajero», resumió J. M. en la vista mientras el acusado, sentado en el banquillo, negaba con la cabeza. El procesado. A. L., había declarado minutos antes: «Yo no lo atraqué y no podría con él, porque es mucho más grande que yo; trabajó de portero en una discoteca, solo se ha inventado eso porque hace tiempo que lo único que hace es denunciar a todos los vecinos», aseguró.

Sin embargo, el hombre tiene un parte de lesiones que indica que alguien le posó una navaja sobre el cuello. Él asegura que el ladrón le hizo dos pequeños cortes para robarle el dinero del bolsillo izquierdo y un cordón de oro: «Se llevó 550 euros en billetes de cinco, lo vi porque salió corriendo por las escaleras arriba», explicó un hombre, efectivamente más corpulento que el acusado, pero también mayor y que se apoya en un bastón. Según la declaración de la víctima, sus siguientes pasos fueron bajar por las escaleras al portal y, ya desde la calle, llamar a la policía.

Durante el juicio declararon los policías que acudieron a la zona: «Llegamos en apenas unos minutos, porque salimos desde la comisaría que está muy cerca, así que al llegar vimos a la víctima con una herida en el cuello que no era grave, pero por la que sangraba —precisó uno de los agentes—. Cuando estábamos ante la casa nos señaló al vecino al que apuntaba como culpable cuando salía del portal y nos acercamos a detenerlo». Tras darle el alto le incautaron una navaja que el acusado confesó que siempre lleva encima y que se ha analizado, pero no hay pruebas concluyentes de que sea la que realizó las heridas en el cuello a la víctima.

Palillos en las cerraduras

Durante la vista afloraron las desavenencias que existen en el vecindario: los residentes en el bloque se han cruzado denuncias por temas relacionados con un terreno cercano o por daños en las cerraduras que se tapiaban con palillos, entre otros episodios. En estas rencillas algunos de los protagonistas se han ido granjeando motes que los testigos usaban ayer en el estrado despistando a los letrados, el fiscal y la jueza. «¿Quién es la Pantoja?», inquirió la propia letrada de la defensa cuando declaró la madre del acusado y que hacía referencia así a una amiga de su hijo, sobre el que aseguró que estuvo en casa a la hora que supuestamente se cometió el asalto.

Tanto el fiscal como la acusación particular piden una pena de cuatro años y cinco meses, además de una indemnización. La defensa, la absolución.

La policía permitió al acusado estar con su hijo pequeño y cogerlo en brazos antes de la vista

El acusado del asalto en Caranza está en prisión desde que sucedieron los hechos: mayo del 2021. En los juzgados lo esperaban muchos familiares con un niño de poco más de dos años, muy contento porque iba a ver a su padre. Los agentes de la policía que lo custodian en los juzgados, tras ser trasladado desde el penal por la Guardia Civil, hicieron todo lo posible para que el encuentro entre padre e hijo fuese lo más normal para el pequeño. El procesado salió del ascensor sin esposas y a unos pasos de los policías, que le permitieron coger al niño en brazos, abrazarle y charlar con él. Eso sí, se mantuvieron vigilantes a unos metros. «Solo unos minutos más», pedían los familiares. De hecho, la vista empezó un poco más tarde de lo previsto sin que nadie lo acordase de forma explícita.

Jugando en el pasillo

El niño se quedó jugando en los pasillos durante el largo juicio. En el interior de la sala se escuchó en muchos momentos su voz, mientras los familiares de su padre lo entretenían con juegos, dejándole ver dibujos el móvil y otros recursos. Todo para que pudiese abrazar de nuevo a su padre cuando saliese de la sala y partiese, de nuevo a la prisión en el furgón de la Guardia Civil.