Sánchez y Feijoo cierran la campaña a la caza de los 260.000 indecisos

Xosé Vázquez Gago
Xosé Gago LA VOZ EN EL PAÍS VASCO

ESPAÑA

Feijoo y Javier de Andrés, número uno del PP vasco, a la izquierda. Y Pedro Sánchez y Eneko Andueza, candidato del PSE
Feijoo y Javier de Andrés, número uno del PP vasco, a la izquierda. Y Pedro Sánchez y Eneko Andueza, candidato del PSE Carlos González, EUROPA PRESS y Miguel Tona, EFE

Bildu, con Pere Aragonès de telonero, mitineó a 100 metros del PNV en Bilbao

20 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La campaña vasca, plana en su primera mitad, bajó ayer el telón tras una movida última semana, marcada por el ataque con espray pimienta contra el candidato del PNV, Imanol Pradales, y por las evasivas de Pello Otxandiano, candidato de EH Bildu, para calificar a ETA de terrorista. Esa polémica ha polarizado el escenario político vasco y ha causado movimientos subterráneos en el electorado. Subterráneos para los ciudadanos, no para los partidos, ya que se siguen haciendo encuestas aunque la ley impida publicarlas. Esos movimientos beneficiarían al PNV, que ganaría fuerza como voto útil para frenar a un Bildu que iba lanzado el pasado fin de semana.

En ese contexto, con la meta de rebañar votos en la gran bolsa de indecisos —eran 260.000 el lunes, cuando aún se podían publicar sondeos— Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijoo se volcaron en el cierre de campaña del PSE y el PP, cuyas expectativas han ido adelgazando a medida que la campaña se polarizaba entre los dos partidos nacionalistas.

Sánchez ha tenido en el País Vasco una presencia mucho menor que en la campaña gallega, lo que parecía lógico a la vista del mal resultado del PSdeG. Ayer acompañó al candidato a lendakari, Eneko Andueza, en el mitin de cierre del Palacio Euskalduna de Bilbao. El presidente intentó movilizar a los varios centenares de asistentes diciendo que «Euskadi siempre ha votado socialista en los momentos importantes y volverá a hacerlo el domingo». Consideró que los socialistas han «ganado por goleada la campaña», y empleó como reclamó la gestión de su Gobierno, con la que España «ha dado un salto de gigante en todos los parámetros». Andueza intentó captar votos a izquierda y derecha, apelando a los «decepcionados con el PNV» y a quienes están «hartos de ver cómo Podemos y Sumar se pasan el día peleando».

De Vitoria al duelo bilbaíno

Alberto Núñez Feijoo, que al contrario que Sánchez lleva días implicado en la campaña vasca, a la que acudió en cinco ocasiones, mitineó en Vitoria con Javier de Andrés, el candidato popular a lendakari. Feijoo pidió apoyos para que el PP «sea decisivo» y provoque «un cambio real» que evite que sigan gobernando «los de siempre». Apeló a los socialistas «decentes» defraudados por Sánchez, a los electores del PNV «no separatistas», a quienes «no quieren elegir entre Euskadi y España» y los que están «cansados de que Bildu dé lecciones de democracia». De Andrés señaló que su partido es la única alternativa a la «ensalada de siglas» que conforman sus rivales.

Pero la confrontación clave se produjo en Bilbao. La capital vizcaína es un fortín del PNV, y Bildu decidió asaltarlo en el cierre de campaña. Pradales mitineó en el Arenal, frente al teatro Arriaga. Pello Otxandiano, a 150 metros, en la Plaza Nueva. El de Bildu tuvo de telonero al presidente de la Generalitat, Pere Aragonès (ERC), que dio por seguro el éxito de Bildu: «Después de la victoria del domingo, tampoco va a ser fácil, como no lo ha sido en Cataluña y en todas las naciones en las que el cambio ha ganado».

También habló en persona el ministro norirlandés de Finanzas, Conor Murphy, y, mediante mensajes grabados, la primera ministra de Irlanda del Norte, Michelle O’Neill; la secretaria general de ERC, Marta Rovira; y José Mujica y Lucía Topolansky, expresidente y exvicepresidenta de Uruguay. Aunque irán con Bildu y ERC a las europeas, no habló nadie del BNG. Más allá de personalidades, Otxandiano dijo que el cambio solo será posible si Bildu «logra el mejor resultado de su historia». Arnaldo Otegi, clave en su campaña, vaticinó que llegarán a 400.000 votos y rondarán los 30 escaños.

Casi al mismo tiempo, sin apoyos exteriores, Imanol Pradales llamaba a la movilización peneuvista. «Es el momento de la verdad», dijo, de «bogar todos a una para no ir para atrás». También recordó a su padre fallecido: «Sin su ejemplo y compromiso, hoy no estaría aquí. Aita, sabes que te echamos muchísimo de menos, estoy orgulloso de ser vasco y de pertenecer al PNV, orgulloso de la Euskadi que tenemos».

El lendakari Iñigo Urkullu reivindicó el legado de su partido: «Gracias al trabajo de todo un pueblo, Euskadi mira hoy a los ojos de los países más avanzados». Cerró el presidente del PNV, Andoni Ortúzar, que pidió el voto «a favor de construir, no el del castigo». Ortúzar no apeló a los electores de EH Bildu, como sí hizo ese partido con los peneuvistas desencantados, porque no quiere «tránsfugas».

Podemos cerró en Bilbao. Miren Gorrotxategi, su candidata, contó con Ione Belarra, que ofreció a Bildu unirse en «una gobernabilidad de izquierdas».

En el barrio de Atxuri, también en Bilbao, acabó Sumar. Alba García tuvo de telonero al ministro Ernest Urtasun, que pidió no votar al PSE porque acabaría entregándole el gobierno al PNV.

Vox eligió Vitoria. Amaia Martínez contó con Santiago Abascal, quien dijo, en referencia a la inmigración, que por la calle nadie le gritó «gora Euskadi Askatuta», sino «viva Mohamed VI».