El epicentro del despliegue de los principales líderes políticos será una Bilbao a la que todavía le dura la resaca del triunfo rojiblanco en la Copa del Rey
19 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Termina la campaña vasca con desembarco general de estrellas políticas de la enconada política madrileña: Sánchez, Feijoo, Belarra, Abascal. También, en apoyo a Bildu, de los no menos inflamados escenarios catalán y norirlandés. Estarán en su mitin de cierre el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès (ERC), y el ministro de Finanzas de la conflictiva esquina de la isla verde, Connor Murphy (Sinn Féin).
El epicentro del despliegue será Bilbao, que ha visto pasar la campaña como se ven pasar sus tranvías forrados con la imagen de Imanol Pradales. La pequeña metrópolis del Nervión, con sus guiños al Londres con el que tiene conexiones históricas, aéreas y marítimas, se ha alterado lo justo por la campaña. En la publicidad que cuelga de sus farolas se anuncian óperas. Con más del 15 % de población extranjera, en sus calles se oye castellano, vasco y lenguajes de países más lejanos. Hay algunas boinas y muchos repartidores de Glovo en patinete, alguna mujer hablando con su perro y japoneses boquiabiertos mirando el Ayuntamiento. Lo que más hay son escudos, banderas, camisetas y demás parafernalia del Athletic, flamante ganador de la Copa del Rey.
El cuñado de Otxandiano
El fútbol es cosa seria. Anteayer Pello Otxandiano, candidato de Bildu, se las vio para explicar a Joseba Solozábal, desenfadado presentador de La Kapital, un programa de TeleBilbao, como es que una de sus hijas se ha hecho de la Real Sociedad. Acabó endosando la culpa a su cuñado.
Mientras desembarcan las estrellas, como Bilbao, el PNV mira al Athletic. Su sede, Sabín Etxea, un edificio con un interior que ya quisieran para sí muchas grandes compañías, está adornada en el exterior con una gran lona con el rostro de Pradales. Al lado aparece una camiseta del Athletic con su nombre, Imanol; el número 21, fecha de las elecciones, y el eslogan «ahora a por la otra final».
Hay nervios, pero los cuadros peneuvistas confían en que el resto jugará como nunca y perderán como siempre. Un poco como el PPdeG en las autonómicas gallegas. Pero es difícil no sentirse fuerte con semejante sede.