La Armada recibe, con diez años de retraso, un submarino de última generación

Manuel Costoya
M. C. Cereijo REDACCIÓN

ESPAÑA

Vista del submarino Isaac Peral S-81 en Cartagena
Vista del submarino Isaac Peral S-81 en Cartagena Edu Botella | EUROPAPRESS

«Habrá que seguir trabajando», dice Robles en la presentación del S-81

30 nov 2023 . Actualizado a las 17:36 h.

Fue una jornada histórica para la Armada y para la industria naval española. Por primera vez, un submarino de última generación y fabricado por Navantia forma parte de la flota. Es el Isaac Peral, el primero de los cuatro sumergibles del programa S-80 con los que contará la Armada en los próximos años. Es el final de un largo camino de luces y sombras. El Isaac Peral navega diez años después de lo previsto y el coste inicial del proyecto se ha disparado. Ha sido una dura y larga travesía.

El programa se iniciaba en el 2004, con José Luis Rodríguez Zapatero en la Moncloa. La idea era renovar la obsoleta flota de sumergibles españoles, y para ello se planificó construir cuatro submarinos de última generación. El coste del proyecto se cifraba inicialmente en 1.750 millones de euros, posteriormente se fijó en 2.135 y ha terminado en 3.907, una década después. Tampoco tiene mucho que ver el diseño inicial con el actual. Dos años después de la puesta en marcha del programa, Navantia asumió el reto de diseñar el submarino en solitario. Y el sumergible estuvo a punto de hundirse. Problemas en el diseño llevaron a un sobrepeso de 125 toneladas que ponían en riesgo su flotabilidad. El proyecto se replanteó y se solventó el problema con la ayuda de una empresa norteamericana. Pero los contratiempos siguieron. «No se estaba siguiendo un modelo de ingeniería de sistemas adecuado», señalaron a Efe fuentes cercanas al programa. El modelo elegido era válido para buques de superficie en los que España es una potencia mundial, pero no para sumergibles, que están más cerca de la tecnología aeroespacial. «Lo más parecido a un submarino es un cohete», explicó un técnico.

A punto de ser cancelado

El proyecto estuvo a punto de ser cancelado varias veces. Muy caro y complicado. El tesón de los ingenieros de la Armada y de Navantia fue esencial para la continuidad del programa. Los retrasos también afectaron a una de las innovaciones más relevantes de los S-80, el llamado sistema AIP. Los submarinos convencionales no nucleares deben subir a una profundidad que se denomina snorkel para recargar sus baterías. Lo hacen a través de unos periscopios que cogen el aire con el que arrancan los generadores, una operación que se realiza una vez al día y que les hace más vulnerables a la detección.

Con el AIP se pueden recargar las baterías en inmersión con una pila de combustible, que emplea hidrógeno producido mediante procesado de bioetanol y oxígeno para generar energía eléctrica. Permite dotar al barco de una autonomía de navegación de hasta tres semanas sin salir a superficie. Este sistema «no llegó a tiempo», reconocen las fuentes consultas. Por ello, ni el S-81 —el entregado en Cartagena— ni el S-82 (Narciso Monturiol) dispondrán de momento de él. Sí el S-83 (Cosme García) y el S-84 (Mateo García de los Reyes).

El AIP no es lo único que le falta al Isaac Peral para desarrollar todas sus capacidades. No tendrá, al menos por ahora, misiles de ataque a tierra, que le impedirán desarrollar poder naval sobre objetivos que no estén en el mar.

A pesar de los inconvenientes los S-80 tienen capacidades únicas entre los submarinos no nucleares de la OTAN, según Navantia. La autonomía, la discreción, la automatización y su altísimo nivel de seguridad son las principales características que le distinguen de sus antecesores. Está capacitado para misiones antisubmarinas, operaciones a diversas profundidades, especiales y de evacuación de personal civil, recopilación de inteligencia o disuasión. Por su alto nivel de automatización puede operar con una dotación de solo 32 personas, la mitad de la tripulación de otros submarinos.

Con este proyecto España entra a formar parte del club selecto de una decena de países con capacidad para diseñar submarinos —Estados Unidos, Rusia, China, Japón, Corea, Francia, Inglaterra, Alemania y Suecia—. «Es un paso importante, pero habrá que seguir trabajando», reconocía ayer en Cartagena la ministra de Defensa, Margarita Robles, en el acto de entrega de Isaac Peral a la Armada.