Si educar es caro, queda la ignorancia

Juan Carlos Varela Vázquez INSPECTOR DE EDUCACIÓN

EDUCACIÓN

17 ene 2024 . Actualizado a las 08:40 h.

Según PISA 2022, España tiene un número reducido de estudiantes de alto rendimiento. Ocupamos el puesto 20 en matemáticas, el 14 en lectura y el 17 en ciencias en relación a los 26 países restantes de la UE. Esto sorprende, no solo porque somos uno de los cuatro estados europeos que participan con más alumnado, sino porque en la mayoría de la UE hay una relación entre el rendimiento medio y el alto, incumplida en nuestro caso.

Verán. España tiene una media del 4,66 % de alto rendimiento en las tres competencias, dos puntos por debajo de la media UE. Sin embargo, tenemos cuatro puntos más en rendimiento medio.

Entonces, ¿puede un sistema educativo garantizar una mayor equidad y un alto rendimiento no excluyentes entre sí? Veamos. La mayoría de los países superiores en alto rendimiento son similares a España respecto al rendimiento medio. Equilibran equidad y excelencia.

En matemáticas, la media de su rendimiento medio es del 64,7 %, un punto menos que la nuestra, mientras que su rendimiento alto alcanza el 9,1 %, cuatro puntos por encima.

¿Es esta la consecuencia —pregunta Alejandro Tiana, exsecretario de Estado de Educación— de un modelo educativo común hasta los 16 años, en vez de posibilitar antes un itinerario académico y otro profesional, como hacen algunos países europeos? O, al ser PISA una prueba competencial, ¿sabe nuestro alumnado excelente aplicar a la vida real los conocimientos adquiridos?

Sea como fuere, entiendo que en un sistema educativo inclusivo y equitativo no todo el alumnado puede adquirir los mismos conocimientos y competencias. Garantizar un estándar mínimo no debe impedir alcanzar uno máximo. La equidad exige que cada estudiante, independientemente de su origen socioeconómico y cultural, pueda desarrollar todo su potencial.

En otras palabras, la igualdad de oportunidades nada significa si no garantiza el derecho a ser desigual y la libertad a ser diferente.

Por otra parte, la Lomloe traslada a las administraciones educativas la valoración del alumnado de altas capacidades y la elaboración de planes de intervención y programas de enriquecimiento curricular adaptados a sus necesidades. Sin embargo, que cada administración permita a este alumnado la promoción de curso o que se complemente esta formación con actividades de fin de semana resulta insuficiente. Porque es en el día a día de los centros cuando un profesorado preparado puede aplicar el llamado «enriquecimiento curricular», con la organización de actividades de profundización, igual que se hace con las de refuerzo.

Y es el Gobierno central el que debe impulsar programas de cooperación territorial, centrándose en el enfoque del desarrollo del talento. Es esta una cuestión de Estado que excede la transferencia de competencias.

Ningún país puede desconocer la reserva potencial de inteligencia de sus jóvenes. El talento es escaso e indisimulable. Si no somos capaces de detectar y formar a este alumnado, o lo perdemos, otros países lo harán, con las consecuencias correspondientes para nuestra cohesión social y nuestro futuro económico. Y si, finalmente, concluimos que la educación es cara, solo nos queda probar con la ignorancia.