Martin Scorsese: «La violencia no va a desaparecer si se esconde debajo de la alfombra»

María Estévez LOS ÁNGELES / COLPISA

CULTURA

Scorsese, el lunes, en la première de «Killers of the Flower Moon» en Los Ángeles.
Scorsese, el lunes, en la première de «Killers of the Flower Moon» en Los Ángeles. Mario Anzuoni | Reuters

Dirige a Robert de Niro y Leonardo DiCaprio en el filme «Los asesinos de la luna», que se estrena este viernes

20 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La nueva película del director Martin Scorsese, Los asesinos de la luna, narra la historia real de una serie de crímenes en las tierras de la Nación Osage en los años veinte del siglo pasado. Basada en el libro de David Grann del 2017, el filme indaga en las dinámicas raciales y familiares que sacudieron Oklahoma hasta la médula cuando se descubrió petróleo en tierras Osage. Antes de rodar su último filme, Scorsese decidió cambiar el guion para dar más énfasis a otros personajes porque se dio cuenta de que se centraba demasiado en los hombres blancos. Tras su revisión, el drama histórico sigue centrado en un hombre blanco, Ernst Burkhart, interpretado por Leonardo DiCaprio, pero la premisa de la cinta es el amor del matrimonio entre él y una mujer nativa americana, Mollie Kyle, a quien interpreta de forma brillante Lily Gladstone. La cinta se estrena este viernes.

—¿Por que decidió usted mismo adaptar el guion?

—En algunos casos, hubo margen de maniobra porque las dos últimas generaciones de Osage fueron obligadas a vivir como europeos blancos cristianos o católicos, y por eso se olvidaron de muchas cosas que pertenecían a su identidad. Ellos aprendieron tanto como nosotros al reconstruir su cultura para esta película y en su aprendizaje nosotros los acompañamos. Son las historias de otros las que me inspiran a hacer mis películas. Cada una de ellas me lleva a un mundo completamente nuevo. Como cineasta me considero un profesor que muestra un posible diálogo a través del cine.

—¿Aún se tiene conciencia en Oklahoma sobre lo ocurrido con los Osage?

—Definitivamente. Eso lo entendí en las primeras reuniones; se trata de una situación en curso en Oklahoma. En otras palabras, estas son cosas de las que realmente no se habla entre padres e hijos, porque fue a la generación anterior a la actual a quienes les sucedió todo esto. No querían hablar mucho del tema porque las familias de las personas involucradas todavía están ahí. Lo que aprendí durante mi estancia allí fue que muchos de los blancos estadounidenses de origen europeo eran buenos amigos de los Osage.

—Sus películas han sido criticadas durante mucho tiempo por su exposición de la violencia. ¿Ha cambiado su relación con la representación de ella?

—Me llevan haciendo esta pregunta desde el año 1972. La violencia no va a desaparecer si no la miras, si la escondes debajo de la alfombra. Hay que saber de qué es capaz el ser humano. Hay que entender que hay otra forma de pensar: volvamos a la tragedia griega, donde todo ocurre fuera del escenario. Uno no tiene por qué deleitarse con la violencia. Pero eso es parte de la naturaleza humana. Negar o alejar la violencia empeora la situación.

—¿Tiene esperanza en el futuro del cine?

—Me produce esperanza ver cómo surge un cine diferente, ver que dos películas como Barbie y Oppenheimer han triunfado este verano en la taquilla. Ambos títulos ofrecen algo diferente a lo que ha estado sucediendo en los últimos veinte años, más allá del gran trabajo que se está haciendo en el cine independiente. Siempre me molesta eso, que las películas independientes queden relegadas a la categoría de indie. Películas que solo un cierto tipo de gente ve.

—¿Qué ha aprendido sobre la creación de cine a lo largo de los años?

—Después de rodar Toro salvaje (1980) aprendí que siempre tendría que empezar de nuevo. Y eso me llevó a hacer la película El rey de la comedia (1982). Aprendí, de muy buena manera, la ignorancia.

«La historia de los Osage representa a casi todos los pueblos indígenas del mundo colonizados»

Con el filme Los asesinos de la luna, Martin Scorsese ha querido dar voz a los Osage.

—Esta historia, cuando la leí, me reveló que había otra forma de contar la historia de los nativos americanos: desde dentro hacia fuera. Quería tratar esta cultura de una forma respetuosa, sin ser hagiográfica, sin caer en la narrativa de Rousseau. Mi gran pregunta ante el guion fue: «¿Cuán veraces podemos ser representando esta historia con autenticidad, respeto y dignidad?»

—¿Da voz a aquellos cuya cultura ha sido indebidamente apropiada?

—Definitivamente. Cuando vi la película Pather Panchali, de Satyajit Ray, en la televisión en Nueva York, me dije: «Esas son las personas que suelo ver en el fondo de otras películas». ¿Cuál es la diferencia aquí? La diferencia es que la película la hacen ellos. Me presentan una nueva perspectiva de la cultura, una vida completamente nueva y la universalidad de todo ello.

—¿Considera que el cine es una ventana a otras culturas?

—A mí me sucedió así. El cine me abrió la puerta a otras culturas. Siempre me ha interesado cómo piensan los demás y me he preguntado muchas veces cómo sería ser colonizado. Encontrar la historia de los Osage fue como representar a casi todos los pueblos indígenas del mundo que se han sentido aprovechados por civilizaciones dominantes de otra cultura. Aquellos que han sido colonizados o incluso rechazados por completo. En los Osage descubrí gente cautelosa a los que tuve que explicar que los iba a tratar de la manera más honesta y sincera posible y que no íbamos a caer en la trampa de pensar en el cliché, ni convertirlos en el indio borracho o el indio salvaje.