Abre la Puerta Santa sin peregrinos que recibir

Susana Luaña Louzao
susana luaña SANTIAGO / LA VOZ

CULTURA

El arzobispo de Santiago, Julián Barrio, golpeará la Puerta Santa -este jueves aún estaba asediada por las obras; en la imagen de la izquierda- con un martillo de plata y madera de encina -a la derecha- donado por un matrimonio alemán
El arzobispo de Santiago, Julián Barrio, golpeará la Puerta Santa -este jueves aún estaba asediada por las obras; en la imagen de la izquierda- con un martillo de plata y madera de encina -a la derecha- donado por un matrimonio alemán XoÁn a. soler

El arzobispo la golpeará con un martillo de plata, pero no habrá muro que derribar

18 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Más de una década esperando por un año santo compostelano y, cuando por fin llega, la Puerta Santa se abrirá sin peregrinos a los que recibir. ¡Quién lo iba a decir en el multitudinario 2010! El éxito del Camino de Santiago, que no paraba de batir marcas, hacía prever un 2021 sin precedentes, pero llegó el coronavirus y la estampa del 31 de diciembre en A Quintana será inédita. No llegarán romeros, no se podrá invitar más que a un número limitado de prelados y la ceremonia será retransmitida para un reducido número de fieles que podrán verla en una pantalla desde el claustro de la catedral.

Entre la pandemia y las obras de restauración de la catedral, ya nada será como antes. En la ceremonia de apertura, el arzobispo Julián Barrio golpeará la Puerta Santa con un martillo de plata y madera de encina donado por un matrimonio alemán, y la abrirá con una singular llave con una concha tallada en el mango. Pero el derribo del muro interior que la sellaba entre años jubileos, no se producirá, porque esta vez nunca se levantó.

Es una decisión que se había tomado en el 2003, cuando se estrenó una nueva puerta de bronce, obra del escultor compostelano Suso León. Con todo, en el 2010 se volvieron a colocar, en las horas previas a la inauguración del año santo, las piedras que la cubrían, con lo que se repitió la tradición por la que, mientras que el arzobispo, desde A Quintana, realizaba el acto simbólico de golpear la puerta con el martillo de plata, unos obreros, desde dentro, derribaban el muro. A finales del 2015, con motivo del año jubilar extraordinario de la Misericordia, ya no se colocó la pared, y ahora, ante la necesidad de respetar una restauración sin precedentes -este viernes está previsto que se muestre al público en todo su esplendor- y de cumplir con las restricciones sanitarias, tampoco se reeditará una tradición que es posible que nunca más se recupere, como la de encender los fuegos del Apóstol en la fachada del monumento.

Sí se recuperará, cuando la crisis sanitaria lo permita, el abrazo al Apóstol. De hecho, en cuanto rematen los últimos retoques en el interior del templo, la catedral abrirá de nuevo al público tras meses cerrada por obras. Lo hará, con seguridad, el día 30, cuando se celebra el acto solemne de la Traslación que recuerda la llegada de los restos del discípulo de Jesús a Compostela. Y volverá a hacerlo el 31 para la apertura de la Puerta Santa. A partir de ahí, ya en pleno Xacobeo 21, la basílica recibirá a los fieles, pero lo hará con control de aforos tanto para visitas como para actos religiosos. Y volverá el botafumeiro a impregnar de incienso las relucientes naves de piedra. Sin peregrinos, pero con los regocijados compostelanos como testigos del inicio de un año santo cargado de incógnitas. Como la vida misma.